Confieso que todavía no me lo puedo creer. Leo la información de nuestra compañera en la ciudad manchega, Raquel Montero y, aún creyéndola, no me lo puedo creer. No nos dice cómo se llama, ni nos importa. Sólo sabemos que es el Delegado del Gobierno el que se pasea por el callejón de la plaza imponiendo su criterio.
No tendría mayor importancia este hecho, si su actuación fuera normal o normalizada; sin embargo nos encontramos con una extravagancia de tal calibre que resulta penoso el contarlo. Según nuestra corresponsal, este señor impidió por las buenas y, lo que es peor, por la malas, ejercer la función de mozo de espadas a Victorino Peña, de la cuadrilla de Luis Miguel Vázquez. Decía, y ordenaba, que se tapara en un burladero del callejón, impidiéndole estar en el mismo y seguir, como es habitual por si es necesaria su inmediata intervención con los trastos del torero, desde el callejón a su matador.
De nada sirvió la intervención, en auxilio del compañero, del director de lidia El Juli, pues siguió obstinado en impedir que Victorino desarrollará su función en plenitud. Es tan increíble lo que aquí se cuenta que imaginamos que alguien deberá tomar cartas en el asunto. Ese abuso de autoridad, queriendo incluso llevárselo detenido por “desacato a la autoridad” más parece propio de otra época y de otro país.
Es curioso que haya sucedido este incidente en esta plaza cuando, recientemente y por cumplir fielmente el reglamento y defender los intereses de los aficionados, quitaron de en medio al presidente que había llevado a la plaza a un alto grado de seriedad y rigor. Ahora, desde una interpretación chusca y artera de la seriedad, impiden trabajar a los profesionales. También, nos cuentan, impedía a los alguacilillos andar por el callejón. Bonita forma de defender los derechos de los aficionados y del espectáculo.
Al parecer, hubo algún toro con sobradas razones para ser devuelto y tanta exigencia con los mozos de espada no la hubo para defender al público pagano. Aquí el Sr. Presidente tenía papel que desarrollar, pero le pareció que no hacia falta hacerlo. ¿Y de la actuación del delegado gubernativo en el callejón, dependiente de él, sabía algo u obedecía a sus directas ordenes?.
Suponemos que sabremos algo en estos próximos días, pues los profesionales “perseguidos” emprenderán, cuando menos, consultas oficiales sobre esa actitud. Opinionytoros les tendrá informados. Mientras, nuestros lectores pueden opinar al respecto.
Lo cierto es que durante estos días de fiestas en Pamplona y sus famosos encierros de San Fermín, donde los toros persiguen a los mozos corredores, nos hayamos tenido que enterar que otros mozos... de espadas son perseguidos por delegados gubernativos. Vivir para ver y ver para creer.