Al escribir estas líneas ya sabemos que Madrid no será la sede olímpica de 2012. Así lo han decidido los miembros del Comité Olímpico Internacional. El sueño de muchos madrileños y españoles, y los míos personales, no se verán cumplidos en esta ocasión.
Sin embargo, siempre se pueden sacar conclusiones y aprender algunas lecciones que nos sirvan de cara al futuro. Por ejemplo... al futuro de la Fiesta. La presentación de la candidatura de Madrid ha sido estupenda, el entusiasmo de la población, absoluto y se han hecho ingentes esfuerzos desde las administraciones públicas para que pudiéramos ser los elegidos. No ha sido así, pero ha quedado patente el interés de todos: desde los Reyes, el Gobierno de España y los Gobiernos y Alcaldía de Madrid a las empresas y patrocinadores. Todos juntos empujaban el proyecto. Gloria bendita, si algo parecido hicieran con la fiesta de los toros.
Pero no es así. La Fiesta está dejada de la mano de Dios -que quizás no se tenga que meter en esto, pero que permite que sea el diablo el que enrede- y así nos va. Un gigantesco esfuerzo, como el llevado a efecto para impulsar la candidatura olímpica, le vendría de perlas al mundo del toro. Es más, con la cuarta parte de esfuerzo podríamos decir que alguien se preocupa por ello. Abandonados a su suerte, el mundo del toro ha cogido la cuesta abajo y no parece posible pararlo. Políticos que no hacen nada y otros que quieren hacer... añicos la Fiesta. Empresas que huyen de anunciarse o patrocinar el espectáculo que por sí sólo representa más la vida que la muerte.
Pero todo se ha venido haciendo al revés. Creían que bastaba con las fiestas del santo patrón, que es quien lleva un poco de gente a los tendidos, y no era esa la solución. Además, por si fuera poco, se les viene dando un espectáculo descafeinado y disminuido. Y todos tan contentos y qué bien va la Fiesta. ¡Y un jamón! que diría el otro. No va bien y hay que recuperarla cuanto antes. Hay que crear competencia y competición: rivalidad. Entre ganaderos y toreros rivalidad, pero de verdad. Hay que desterrar definitivamente la comodidad. Esa que toreros, ganaderos, empresarios y, hasta, periodistas ha permitido vivir de espaldas a la realidad. Nadie, hoy, escribiría novelas como Hemingway. No existe la competencia en el ruedo ni fuera de él y, consecuentemente, se ha perdido el interés.
Como muestra un botón: Nada en la presentación, en las imágenes del video, de la candidatura de Madrid y España, hacía alusión al toro, los toreros o las bellezas arquitectónicas de nuestras plazas de toros. ¿Saben por qué?, por el complejo que les supone a nuestros gobernantes decir que existe una Fiesta en España, extendida a una cantidad importante de países, donde el hombre es capaz de recrear el arte ante una fiera. Se ha desterrado de sus mentes la que fuera más importante de las fiestas y no es de extrañar: se han encargado de ello los propios interesados, toreros, ganaderos y taurinos en general. Han desfilado personalidades del mundo de la música, de la danza, del deporte por supuesto en el video de promoción, pero ahí no estaba El Juli, Ponce ni El Cid. No son nada representativos de España. A buenas horas en los años cuarenta no hubiera salido Manolete o en los sesenta, Ordóñez, Dominguín o El Cordobés.
Pero todo tiene solución si alguien quiere ponerse a ello. Deberá pasar por la autenticidad y la integridad del espectáculo, en primer lugar. Cuando eso suceda, adquirirá relevancia y respeto y, consecuentemente, notoriedad. Después habrá que estimular la competitividad entre los toreros y de esa competencia, deberán salir los carteles y no tenerlos hechos desde el año o meses anteriores. Los puestos en los carteles ocupados por los que se entregan, dan la cara y triunfan cada día. Si así fuera, muchos de los que han actuado en San Isidro ahora estarían pagando, en el paro, su desidia y la falta de compromiso mostrados. Y enfrentarlos en cualquier ocasión. Esos, que siguen toreando en todas partes, cierran oportunidades a otros y, de ese modo, no se estimulan para dar la cara la próxima vez.
Se pueden dar nombres, como Ponce, El Juli, Rivera Ordóñez, Manzanares, César Jiménez y... un largo etcétera que deberían pasar por la segunda división y esperar, haciendo examen de conciencia, una nueva ocasión. Se pueden arbitrar medidas como se ve. Otra idea que dan las Olimpiadas es la sana competencia entre países, que en los toros no se da. Madrid, todavía puede organizar unas olimpiadas... taurinas. Se puede, y se debe, promocionar esa competencia que podría levantar pasiones entre los aficionados de distintos países si se hiciera en igualdad de condiciones y en plenitud. Nada de falsos enfrentamientos, con los toros más chicos, de Zotoluco y Ponce. Que se enfrenten los dos, mano a mano, a una corrida encastada de Victorino a doble vuelta en Madrid y México y veremos si acude la gente. Yo no tengo duda de que acudirían, lo que dudo es que ellos quisieran acudir. Ahí radica el problema.
Las Olimpiadas... taurinas se podrían celebrar en Madrid y sin esperar al 2012. Toreros hay en España, México, Perú, Francia, Colombia, Portugal, Venezuela, Ecuador, incluso de otras nacionalidades los podría haber. Se dirá que no tienen igual nivel, pero yo digo que el nivel se acredita con el toro de verdad. Se puede probar, antes que dejar que esta fiesta deje de interesar a todos. Conjugando los conceptos que acaban con la sílaba “dad”: verdad, integridad, autenticidad, rivalidad, competitividad, notoriedad, realidad... Sólo sobran: comodidad y pasividad.