Los sueños, muchas veces nos hacen malas jugadas; a las mujeres nos pasa a menudo: vemos un vestido en un almacén, nos lo compramos llenas de ilusión y solamente al llegar a casa descubrimos que la percha no acompaña y que nos queda…¡espantoso!, lo mismo ocurre con los peinados o los maquillajes. Seguramente, a los hombres les ocurre lo mismo con ropa que han visto en escaparates o, quizá usada por artistas que, (aún con un terno de papel se verían despampanantes), estas son sin duda; malas jugadas de los sueños.
Pero, las malas jugadas que los sueños dan a los taurinos tienen distintos matices y consecuencias.
Los hay que sueñan y se ven, es decir; que sueñan y saben que su arte es auténtico, que su quehacer frente al toro tiene mérito y valor y, sueñan, sueñan con grandes triunfos, con puertas grandes en Madrid, con la fama y el triunfo pero, a quienes la prosa de la vida se encarga de destruirles esos sueños, los baja a la realidad de un tirón de orejas: “eres bueno, quizá muy bueno, pero no hay contratos”, “te sobran cualidades pero no se te contrata” y, un largo etc.
Los hay que sueñan y se quedan a medio camino, con triunfos aislados que les permiten mantener sus esperanzas de triunfo, un día si y otro no. Aquellos que suenan en una feria una sola tarde y de los que quizá no escucharemos en dos o tres feria más. Soñadores de semáforo en naranja, entre el triunfo y el fracaso cada tarde.
Lastimosamente de estos, hay muchos. Entre los más o menos doscientos nombres que figuran en el escalafón español la gran mayoría son ejemplares de este segundo exponente de soñadores y lo mismo sucede en Ecuador lo que nos lleva a pensar que en los demás países taurinos ocurrirá exactamente lo mismo.
Pero, los soñadores a los que peores jugadas les juegan sus sueños son los ciegos; los que no se ven, los que no se enfrentan a sus realidades, los que tapan el sol con un dedo por un festival en el que tuvieron suerte o por corridas en placicas pueblerinas donde, el público sabe de toros tanto, como de idioma chino.
Es impactante, pero hay muchos toreros con cualidades que les permitirían llegar, pero a los que sus sueños no los empujan y dejan la profesión quizás, justamente le día anterior al triunfo que los llevaría al triunfo y, hay aquellos tan ofuscados y enceguecidos por sus sueños que se niegan a ver la verdad, la realidad; el ser buenos aficionados, valientes y… ¡nada más!.
En el caso de la moda, de ciertos complementos o peinados; tarde o temprano el espejo nos enfrenta con la realidad pero, los soñadores ciegos no tienen un espejo que les permita verse tal cual son y, quizá si lo tuviesen, se negarían a ver la realidad.
Es de esperar por la paz de esos quiméricos personajes que, un buen amigo, les abra los ojos y les guíe a actividades distintas donde, podrán ser más útiles a si mismos y a la sociedad que les da cobijo.