Como todos los años por estas fechas la Comisión taurina del guipuzcoano municipio de Azpeitia presenta los carteles de su Feria de San Ignacio, sin ninguna duda una de las más importantes del País Vasco. Como siempre, en esta edición, se ha cuidado mucho el tema de los toros y es que Azpeitia pasa por ser no una plaza torista, pero sí una plaza en la que el toro llega a tener todo el protagonismo que necesita. La pequeña plaza de Azpeitia, a los pies del legendario y mítico monte Izarraitz, compuso durante mucho tiempo la feria principal de Guipúzcoa. Eran aquellos años en los que la capital donostiarra no tenía plaza de toros, después de la demolición del Cofre, y en los que a los guipuzcoanos se nos llamaba “la afición errante” pues buscábamos completar con lo de fuera lo que teníamos en casa. Y nuestra casa era el coqueto coso azpeitiarra y nuestra ilusión esas tres corridas de toros anuales. Por ella pasaban, en consecuencia, todas las grandes figuras de cada momento y los aficionados, aunque siempre teníamos alguna corrida de encaste importante, teníamos que tragar con sus exigencias. Pero merecía la pena sólo por ver toros en esa placita preciosa, por levantar la vista y ver el Izarraitz, coronado por su cruz, verde, alto y señorial, como un coloso. Y eran muchos los días en los que las cosas salían bien. Luego llegó la construcción del coso de Illumbe y los azpeitiarras fueron capaces de darse cuenta de que su plaza pasaba a un segundo lugar y que ya no tenía sentido seguir aguantando el trágala de las figuras. Así la antigua Comisión (gente que trabaja en esto por amor al arte, nunca mejor dicho) decidió buscar el valor añadido de su feria en otras bondades y fue cuando se pensó en el toro. La idea era dejar de traer carteles millonarios en toreros y seleccionar muy especialmente el ganado, más acorde a los gustos del respetable. Respecto a los hombres en carteles, más o menos, la idea era: que se apunten los que quieran, pero el toro por delante y exigencias de falta de integridad ninguna. En un principio existió el miedo a que el público rebajara su asistencia, desmotivado por la falta de figuras. Pero sin embargo la idea funcionó, las entradas eran exactamente iguales a los otros años y el espectáculo ganó en calidad y en integridad. Éramos público fidelizado y amantes del toro. Todavía recuerdo la ilusión que nos hizo a los aficionados el escuchar las nuevas ideas de la Comisión. Sinceramente, fue una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida como aficionado.
Ahora una nueva Comisión, con Joxín Iriarte al frente, sigue los pasos de sus maestros en la anterior. Es su segundo año y las cosas marchan como aquellos decidieran en su día. Se sigue buscando ante todo el toro. Se cuida también la composición de los carteles, por supuesto, pero ya nadie viene a Azpeitia a rebañar el puchero. El ganado de este año se compone de encastes importantes como los Torrestrella de Laurentino Carrascosa o los Santacolomas (de varias ramas) de San Martín, que ya empiezan a ser asiduos, cosechando siempre éxitos. Hay también una corrida de Jandilla, pero no es de las habituales sino que se ha elegido el hierro de Fuente Ymbro. Así que en cuestiones de ganado la cosa sigue prometiendo mucho. Si hablamos de toreros observamos que se incluye en la feria a dos figuras en ciernes como son El Cid y Salvador Vega. No se asusten por sus emolumentos: la Comisión supo cerrar los contratos con ellos el año pasado según terminaron sus actuaciones, antes de que uno fuera triunfador de Bilbao y el otro lo fuera en Sevilla y Madrid este año. La Comisión tuvo una buena visión de futuro y supo aprovechar la oportunidad. Hay también toreros de espectáculo y toreros principiantes. Variedad.
Creo que la importancia de Azpeitia radica ahora en haber sabido determinar en su momento quiénes éramos y a dónde íbamos, algo que muchas empresas, por vanidad, no son capaces de hacer. Azpeitia sigue siendo para todos nosotros la flor más bonita de nuestro jardín. Podría asegurar, sin temor a equivocarme, que cualquier buen aficionado guipuzcoano prefiere su pequeña placita, blanca y coqueta a cualquier otra de la provincia, la de primera incluida, e incluso a muchas del país. De ahí que sus carteles siempre generen tanta expectación, que todos queramos siempre estar en las presentaciones y que éstas siempre estén llenas a rebosar. Ahora y gracias a esto que les cuento, además genera éxitos en toros y toreros, que hoy en día ya es mucho decir.