Cada día al leer sus artículos, querido colega, me echo a temblar. ¿A quién nos denunciará o descubrirá hoy?. Reconozco que le leo. Que le leo todo, incluidos sus escritos al margen de la lidia, -por cierto, donde su vena romántica supera la fiebre justiciera con la que escribe normalmente de los toros-. Pero quiero reparar hoy en un artículo reciente donde, curiosamente, se siente feliz –¡que infeliz!- con algo de la justicia taurina.
El artículo en cuestión era “La Feria de Otoño en Madrid”. Después de leerlo varias veces y de hacer grandes esfuerzos para poder aplaudir, como en gran parte de sus trabajos, su sagacidad, me encuentro con la sensación de que está perdido. Esta vez ha tirado con las balas de la pistola, sí pero la de agua, la que utilizaba de chico.
Subraya con énfasis “¡mira que resulta difícil hablar de justicia en el mundo del toro!”, como colofón de una frase en la que dice: “He visto, a vuela pluma, las posibles combinaciones de los carteles de otoño en Madrid y, como aficionado, me felicito. La empresa Toresma, arrendatarios del coso venteño, han impartido justicia de una santa vez”. Desgrana, a continuación de tanta “felicidad”, lo importante que resulta que los triunfos en el ruedo tengan la debida recompensa, sobre todo si son en Madrid.
Pormenoriza después los nombres de todos los toreros que van a actuar en la feria, detallando sus logros y méritos contraídos en la pasada feria de San Isidro y posteriormente en las tardes de la canícula veraniega. Ellos son: Miguel Abellán, “El Zotoluco”, “El Califa”, Luis Francisco Esplá, “El Renco”, David Castro “Luguillano” y Víctor Puerto. Vaya por delante que no seré yo quien le ponga ni una sola pega a ninguno de los citados toreros. Es más, puedo prestar mi absoluta conformidad. Ellos son, precisamente, como nos cuenta Plá Ventura, toreros que han dado la cara en Las Ventas y han conseguido el beneplácito de su afición. Ni una duda, es de justicia reconocer sus méritos.
A continuación nos muestra otra vez, el autor, lo dichoso y feliz que sería si siempre pudiera decir lo mismo sobre la justicia que se reparte con las actuaciones de los toreros. Sr. Plá, le creía yo más exigente. Solamente a alguien que no conozca la plaza de Madrid puede usted convencer de la bondad de Toresma. Ni por lo más remoto es una cuestión de justicia, sino de disponibilidad. He dicho disponibilidad, derivada del verbo disponer. ¡Que ingenuo!. De verdad se cree que si las figuras y figuritas les apeteciera torear en Madrid en cualquier fecha, habría hueco para todos los toreros nombrados?. La única ventaja para todos ellos es que nadie, de los de arriba del todo del escalafón, está dispuesto a venir a Madrid nunca –San Isidro no es una excepción, pero se notaría demasiado- y tener que “aguantar” el TORO y LA AFICION con mayúsculas.
Sr. Plá Ventura, suelo estar de acuerdo en el fondo de sus trabajos, no siempre en la forma, pero el verano, permítame, le ha calentado la cabeza. Espere que pase el invierno, llegue la primavera, nos anuncien los carteles de San Isidro 2001 y verá como los citados toreros, ¡un momento! TOREROS con mayúsculas, -no quiero hurtarles, al menos yo, nada-, ocupan puestos secundarios en esos carteles. Si fuera seria su apreciación de justicia, ésta se haría al margen de qué feria. Si fuera así, yo le invitaría el próximo año a realizar un artículo juntos, lleno de felicidad y justicia. Usted a lo mejor lo sueña, yo que me mantengo despierto, no puedo ni soñarlo.
Notas del autor.- A quien dude de mi incredulidad, le invito a leer, o releer mi artículo anterior “El Juli y El Niño del Tentadero”.
¿Alguien sabe en un billete de 10.000 pesetas, qué vale más el anverso o el reverso?. Ello viene a demostrar que aunque valoremos o denostemos mucho algo o a alguien, siempre hay tiempo de verle la cara y la cruz. Otras veces vemos la cara del Sr. Plá Ventura, la ingenuidad es, por lo visto, su cruz. No nos empecinemos con nada ni con nadie, todo tiene su “cara y su cruz”. Como ejercicio didáctico, cojamos una moneda y mirémosla alternativamente la cara y la cruz y hagamos la pregunta ¿qué vale más?. No puede existir una sin la otra. ¡Viva la justicia de las dos caras, completa!.
