Lugar. Plaza Nuevo Progreso de Guadalajara, Jalisco, México. Más de ¾ de entrada. Ganadería: se lidió un encierro de Fernando de La Mora, el cual cumplió en su presentación, el 2º y 6º muy justos. En su comportamiento el 3º y 5º tuvieron buen estilo, el 2º se dejó, 4º soso y distraído, 6° complicado. El encierro resultó débil y los toros tomaron un solo puyazo. Les faltó transmisión. Rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza (traje campero español): metisaca y rejón de muerte trasero (silencio), rejón contrario y en el costillar (aviso y al tercio) Miguel Espinosa Armillita (azul marino y oro): bajonazo (aplausos), dos estocadas y seis golpes con la corta (vuelta). Eulalio López Zotoluco (obispo y oro): media tendida y un descabello (oreja), entera desprendida (oreja). En la tarde del adiós de Miguel Espinosa de la afición tapatía no pudo alcanzar el triunfo, mientras el Zotoluco dejó constancia del tremendo momento por el que atraviesa siendo el mejor torero de México. El último toro que mató Miguel Espinosa de luces en Guadalajara fue Don Mundo, número 172 con 515 kg de peso. La memoria histórica de los aficionados se hizo presente y lo ovacionaron con fuerza al finalizar su labor obligándolo a dar la vuelta al ruedo. Con él, tuvo Armillita destellos de arte, sobresaliendo 3 naturales que dio emocionado cuando de las alturas se desgranaban las notas de las golondrinas. Mal con el acero. Con su primer enemigo realizó un trasteo con reposo ante el respeto de los aficionados que lo alentaban de continuo. Mal con el acero escuchando aplausos en su camino al callejón. La tauromaquia del Zotoluco tiene reciedumbre y sitio, mucho sitio, además el hambre de triunfo le brota por los poros. A su primero, lo toreo con suavidad a la verónica en los medios rematando con elegante media. De hinojos inició su labor muleteril. Encelando y llevando toreado a media altura a Seda Negra hilvanó series por ambos lados llegando al clímax en una por la derecha sin enmendar. No coronó su labor con el acero y la autoridad concedió una oreja. Con el cierraplaza dio cátedra. Con la franela inició doblándose yendo del tercio a los medios, Río Dulce, se volvía en un palmo de terreno y era espión, pero Eulalio lo entendió a la perfección y logró someterlo terminado el burel centrado en el engaño. Todavía no entraba a matar y ya se escuchaban los gritos de ¡torero! De una entera desprendida culminó su labor recibiendo una oreja, siendo protestada por gran parte del público la decisión de la autoridad de no otorgar la segunda. El rejoneador navarro pechó con el peor lote, lo cual no fue impedimento para que luciera tanto con los rejones de castigo así como con las banderillas, a sus dos toros les hizo el teléfono y los llevó toreados prendidos en la grupa, de no haber fallado con el rejón de muerte de seguro toca pelo. Cabe mencionar que a la entrada del estacionamiento hubo una manifestación en contra de las corridas de toros, la cual no tuvo repercusión ni eco entre los asistentes a la fiesta brava. |