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Visite nuestra ficha del festejo. Bien se dice que uno no es
ninguno, y que no hay dos sin tres. La repetición confirma y afianza lo fáctico
como realidad que se impone. Como acción que acarrea reacción. Para buena
fortuna de unos, y mala de otros, la tripleta de repeticiones en el coso de
Mixcoac cumplió con el postulado anterior. La corrida de Villa Carmela, que fue
una sonrojante novilladota, así lo permitió. Uno no es ninguno. Antonio Ferrera lo entendió así y
añadió un segundo palo (gran palo) a su carrera en México. El nacido en
Baleares se confirmó como el torero non, uno como mucha gente en los tendidos
de la Plaza México estaba esperando. Y es que Ferrera no se parece a nadie. Su
interpretación personalísima del toreo y de sí mismo lo dotan de un atractivo
innegable. Su recargado barroquismo, casi estípite, churrigueresco, o anástilo
de tan exagerado, provocan a la vez un aluvión de detalles, de improvisaciones,
y un flujo de creación que mantienen la expectación en todo momento. Uno
simplemente no sabe qué hará Antonio Ferrera frente al toro. El toreo del hispano difícilmente
aprueba el examen de sus características formales. No cabe duda de que torea
retorcido y lejos, sobre todo por el lado derecho, e incluso resulta repulsivo
a las primeras de cambio. No obstante, conforme la técnica se convierte en
temple, el temple en arte, y el arte en sentimiento, todo se desborda. Este
privilegio está vedado para quienes se estanquen en el primer examen. Pobres de
ellos. Abrió plaza Agradecido –n. 125, 463 kg. –, chico aunque de lindas hechuras. Ferrera
hizo frente a ello con un buen inicio por mandiles y media. Muy destacado también
fue el quite por tapatías, que en un momento, cuando le probó el toro, tuvo un
aire al quite de la mariposa. En el último tercio, que transcurrió con cierta
frialdad, sobresalieron unos estupendos naturales sin estoque, mucho muy
vertical. Mató de tres pinchazos y dos descabellos. El de la faena fue Luna Llena –n. 166, 536 kg. –, un toro
serio, bien hecho, para variar con la tónica del encierro. Como ya señalamos en
el presente texto, y dado el comportamiento del toro, y la naturaleza de menos
a más del toreo de Ferrera, el asunto no pudo ser de otro modo más que in crescendo. Con el capote, apenas
algún destello en un recibo panista. Después, el entrepelado se paró, y ofrecía
pocas esperanzas de éxito. Tras del inicio por alto, con un pie en el estribo,
afloraron las intenciones de Ferrera mediante un pase de pecho soberbio, en
corto. Después, a meter al toro en la muleta, con cierto éxito por el lado
derecho, con otro fenomenal remate por alto. Después, a seguir jugándosela por
el izquierdo, porfiando, insistiendo, mandando, provocando al toro. De ahí, para arriba. Su
personalísimo derechazo, casi recostado sobre el toro, cada vez más templado,
más despacio, y con mayor convencimiento. Los detalles, la entrega completa, el
ensimismamiento, el abandono, y la entrega de Ferrera. A veces hasta un poco
embarullado, pero siempre sorprendente, sin saber qué ocurrirá. De ahí lo de
torero non. Una faena eterna, larguísima, casi atemporal, anacrónica. 20
minutos de faena, como gustan en La México, y como ya no las hace nadie, y
menos aún los españoles. Derechazos largos, pinturerías andando, y un
trincherazo superior ligado con el forzado. La locura en el tendido. Cerró con broche de oro sin ayudado,
muy torero, transmitiendo una enormidad, y el mejor aire del toro. Con la
toledana consiguió una estocada entera desprendida, seguramente con alguna leve
tendencia hacia afuera, por lo que el toro, junto con su pelea por la vida,
tardó en doblar. Un aviso al minuto de 18 de faena, y al minuto 20 por fin pasó
a mejor vida Luna Llena. Pañuelos
blancos, una oreja, y un tiempo después la segunda. Inexplicablemente el toro
quedó sin premio. Pitos al juez, ovación al toro. Ferrera dio una vuelta al
ruedo clamorosa, sentidísima, de ídolo como se está volviendo poco a poco. ¿No
hay dos sin tres? Ya veremos, puede gestarse algo importante aquí. Foto: @LaPlazaMéxico No pasaremos por alto el
estupendo puyazo de Alfredo Ruíz “El Miura”. De largo hizo hilo con él,
y aguantó con valor y temple. De lujo la ovación, y de lujo la ovación en el
tercio con la plaza en pie. Superior puyazo del Miura.
No hay dos sin tres. Y una vez
más se le pasó de largo el tren a Arturo
Saldívar. En varias ocasiones el de Teocaltiche ha tenido la oportunidad de
reafirmar su triunfo y confirmarse como serio prospecto de figura del toreo. Hasta
ahora no lo ha conseguido. "Ahora o nunca", dijera uno de los gritos
más sabios de las porras del tendido de La México. Nunca se acerca relampagueante,
mientras que ahora se aleja tímidamente. Hizo segundo de la tarde Animoso –n. 154, 488 kg. –, mucho muy
mal presentado, cariavacado, y pobre en todas las líneas. Saldivar ligó por ahí
un par de derechazos y pare usted de contar. Mató de pinchazo hondo muy caído. El
quinto fue San Juanero –n. 139, 537
kg. –, al que Arturo hizo un quite por chicuelinas antes de que el toro se
descordara en el primer par de banderillas. Desconocemos si fue acción del arpón
o del movimiento del toro lo que le provocó inutilizarse. Fue apuntillado. Hubo,
pues, regalo de nuevo. Un toro de Xajay, bautizado Revolucionario –n. 40, 528 kg. –. Lo más
destacado de su lidia fue el tercer par de banderillas, ejecutado por Fernando García hijo que salió de nuevo
al tercio. Lo de Diego Silveti ya supera la fraseología. El guanajuatense pegó su
enésimo petardo frente a un toro con condiciones de triunfo. Está vez, además,
fue un desastre visible a todas luces. Ya no quedó lugar a medias tintas. Diego
pegó un petardo, y la gente le apretó como era procedente. El tercero de la
tarde fue Buen Amigo –n. 109, 502 kg.
–, con el que también estuvo de más a menos. Es cierto que el toro se deslució
y acabó soseando, pero tampoco tuvo enfrente a un muletero que le sometiera y
le metiera en la muleta. El quite por saltilleras y gaoneras, el único momento
verdaderamente destacado. Mató de dos pinchazos, media, y descabello. Lapidario e hiriente, no tanto
por su mala leche como por acertado, fue el grito que se desgranó desde los
numerados altos de sol. "Tu abuelo sí era torero". Con la punta del
pie, pues, el trato a Silveti, que consiguió una buena tanda de naturales y
otra de derechazos frente a Soñador –n.
165, 536 kg. –. El anovillado burel se rebosaba en la muleta por el lado
derecho, mientras que por el izquierdo además tenía calidad. El de apellido se
descompuso, se vino abajo, y no pudo más que estamparlo en la muleta en un
sinfín de ocasiones, sacando de quicio al público. Trató de recuperar terreno
con sus ya muy vistas bernadinas, con las cuales sólo consiguió que le hirieran
en la pantorrilla. Dos pinchazos, estocada, y a la enfermería. El próximo lunes 4 de febrero, en
punto de las 16:30. Toros de Montecristo, que matarán Diego Ventura, Joselito Adame, Ernesto Javier
Tapia “Calita”, y Andrés Roca Rey. Un día después, en el
mismo horario, serán Pablo Hermoso de Mendoza,
Enrique Ponce, Sergio Flores, y Luis David Adame
quienes celebren el 73 aniversario del coso metropolitano, a la misma hora que
el día anterior.
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