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31/12/2018
  (Temporada Grande-México) La Crónica del Festejo: Mejores resultados artísticos y de afluencia de público en la tercera corrida de rejones de La México en tres años
 
Firma: Jorge Eduardo
 
     
 

¡Feliz año 2019! Salud, afición, y muchos toros, nuestros deseos.

Cerró el 2018 taurino en La México con el festejo de rejones. El de mejor entrada de los tres ofrecidos hasta ahora, pues unas cinco mil personas se reunieron en los tendidos del embudo, situación de la que nos congratulamos. En términos del éxito artístico, también fue la de mejores resultados, destacando por sobre todos sus elementos las seis tremendas pegas que consiguieron los Forcados Amadores de Montemor y nuestro grupo nacional insignia, los Forcados de Mazatlán. Tremendo agarrón de vergüenza torera ofrecieron ambos grupos, en los que brillaron con luz propia los matices propios de la técnica portuguesa, y la raza del forcado mexicano. Destacado resultó también el quite del sobresaliente, Paulo Campero, al sexto de la tarde, por tres caleserinas y media de rodillas. La corrida de Enrique Fraga, con sus matices, se volvió a dejar para el toreo a caballo, y apetece verlos lidiarse a pie.


¡Qué torero es René Tirado!

Jorge Hernández Gárate hizo primer espada. Al primero de la tarde le hizo una faena meritoria, emborronada un poco por la pobre colocación de rejones y banderillas. El abreplaza se llamó Lucio –n. 90, 522 kg. –, un precioso negro bragado lucero, de cuna imponente y muy abierto de sienes. El mayor espectáculo del potosino apareció hacia el final de la faena, cuando cubrió la suerte del violín tres veces consecutivas con mérito y exposición. Mató de metisaca y escuchó división de opiniones. Los forcados de Montemor lograron la pega al segundo intento con un gran trabajo de sus ayudas, que no evitaron ser estampados contra las tablas.

El cuarto fue un toro un poco más parado y de menos recorrido. Su nombre fue Cantante –n. 92, 502 kg. –, de respetable catadura y bella pinta, negro listón, bragado y nevado. Con el segundo del lote Hernández Gárate lució más bien monótono, repitiendo los mismos cuarteos y procedimientos del abreplaza, y alcanzando de nuevo las mejores cuotas de emoción con los fierros al violín. Mató de tres cuartos de rejón caído y trasero, y un descabello. Hubo petición y Enrique Braun aflojó una oreja difícil de entender tras negarle la del tercero a Andrés Rozo. Los Forcados de Mazatlán consumaron la segunda de tres pegas al primer intento, en la que fue una tarde redonda.


Hernández Gárate, decorosa actuación

Emiliano Gamero anduvo en una tónica similar, monótono, recargado de detalles a la alta escuela a mucha distancia de los toros. Ambos caballeros nacionales parecen escasos de recursos, no optan por los quiebros, ni por las reuniones emocionantes, ni por encelar en carreras largas. Son dados más bien a rodar con los toros. Así lo hizo con el segundo, Cantaclaro –n. 86, 505 kg. –, un astado anovillado, negro bragado, alunarado, meano, y gargantillo, que fue de menos a más. Enterándose y aprendiendo a emplearse. René Tirado a la cabeza de sus Forcados de Mazatlán consumó una pega estupenda, extraordinaria, sumamente emocionante, aferrado a los pitones por un buen trecho de ruedo antes de la aparición de sus ayudas. Gamero tuvo problemas con los aceros y escuchó pitos.


El cabo de Mazatlán, la máxima figura de los forcados en México

No muy distinta fue la labor del capitalino con el quinto de la tarde. No obstante, fue mucho más lógico seguir esos procedimientos en virtud de que fue un toro con bastantes más problemas para desplazarse, por lo que había que pisarle los terrenos y encelarlo muy en cortito, rodando con él. Así lo hizo Gamero, que tampoco tuvo su mejor tarde clavando los fierros, no obstante que su actuación fue meritoria. Quitó el cabezal al caballo, al estilo de Ventura, para poner una banderilla con la innovación de pisarle el terreno al toro y no necesitar de un viaje franco para consumar la suerte. Mató con el rejón de muerte y cortó una oreja.


Gamero, una oreja de oxígeno puro

Los Forcados de Montemor hicieron una pega suprema, superior, en la que el cabo de cara aguantó dos derrotes terribles en un terreno muy corto, para que sus estupendas ayudas completaran después el trabajo de parar al astado. Vaya ovación que se llevaron. Los rabilladores portugueses son de otra proporción. Pareciera que el fuerte de nuestros paisanos es la pega de cara, mientras que los portugueses empeñan su técnica en completar la suerte hasta la pea de rabo, que hacen con mucho lucimiento.


Toda una lección técnica del grupo portugués. Imagen de la pega del abreplaza

Andrés Rozo, ahijado de Pablo Hermoso, no solo abrevó de esa fuente la estructura de las faenas (misma que han abrazado todos los rejoneadores modernos) y algunos caballos. En el colombiano subsiste algún destello del sentido de espectáculo, de lidia, y de temple del estellés. Así lo comprobó al llevarse al tercero de la tarde por un tercio de ruedo cosido a la grupa, y capturando la atención de los espectadores inmediatamente. No obstante, Copetón –n. 78, 501 kg. – comenzó a sosear y no se entregó lo suficiente para que la faena levantara. Aun así, la colocación de las banderillas del colombiano fue mejor que la de sus alternantes, y la gente supo valorarlo pidiendo la oreja que no fue concedida. Los forcados de Montemor pegaron al primer intento sin mayores complicaciones gracias a la embestida clara y noble del toro de Enrique Fraga.

Al sexto de la tarde le clavó los rejones más emocionantes del festejo. Ahora sí, reuniones emocionantes al quiebro, al estribo y a la grupa, muy de frente y muy de verdad. El toro, que se llamó Mambo –n. 61, 498 kg. –, tuvo mejor desplazamiento y más emotividad de largo, situación que jugó a favor de Rozo. Sin embargo, también tuvo la tendencia a barbear las tablas y distraerse de la lidia, algo para lo que la lidia de rejones resulta poco benéfica. No obstante, la labor tuvo un buen calado entre la gente, que ovacionó con fuerza a pesar de los hierros con la hoja de peral. Los Forcados de Mazatlán completaron su estupenda tarde con una tercera pega al primer intento.


Andrés Rozo, en plena evolución

*Fotos: Luis Humberto García "Humbert".     

 
     
   
     
   
     

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