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Con media plaza, se han lidiado novillos-toros de Castillejo de Huebra y uno de José Manuel Sánchez, lidiado en segundo lugar, bien presentados, desrazados y deslucidos. El quinto aplaudido en el arrastre.
Jorge Isiegas, silencio tras aviso y silencio tras dos avisos
Jorge Rico, oreja y ovación
Diego San Román, ovación tras petición y silencio.
 Jorge Rico muestra el trofeo Jorge Isiegas: le correspondieron dos novillos-toros complicados. El primero de la tarde, justo de fuerzas, empujó en varas. El joven novillero se lució en un ajustado quite por gaoneras. En la muleta muy decidido realizó una desigual faena, siendo desarmado en varias ocasiones ante un ejemplar que terminó rajándose. Pinchazo hondo. Falló con el verduguillo.
 Isiegas toreando al natural El cuarto de la tarde, con cuajo, empujó en varas, embestía con la cara por las nubes, dando derrotes y quedándose bajo la muleta. Jorge lo intentó por ambos pitones sin remontar vuelo. Falló con los aceros.
Jorge Rico triunfador de la Espiga de Oro 2017: le correspondió el mejor lote e hizo lo más destacado de la tarde en el segundo novillo, de José Manuel Sánchez, despegado del suelo, bravo y encastado. Rico lo recibió con un farol en el tercio. El de Sánchez recibió dos puyazos. Jorge inició la faena con pases por alto, derechazos y naturales largos, abrochando con pases de pecho de pitón a rabo y desplantes muy toreros. Dejó constancia de su buen concepto del toreo, por abajo y siempre “a plomada”.
 Jorge Rico con la izquierda Al quinto de la tarde lo saludó con la pierna flexionada, siguiendo con mecidas verónicas, media y una larga. El picador Francisco Javier Elena realizó un bonito tercio de varas, siendo ovacionado en su despedida. Rico muy firme y decidido lo intentó por ambos pitones sin levantar vuelo. Estocada casi entera al encuentro y un golpe de verduguillo.
A Diego San Román le correspondió el peor lote del encierro, demostrando valor y firmeza. Inició la faena de su primero en la boca de riego con naturales de gusto, en un trasteo de más a menos. Estocada casi entera.
 Un cambio de mano por la espalda de San Román El que cerraba plaza un novillo-toro, manso, con cuajo, desconcertó a la cuadrilla. Con él, a San Román, le fue imposible sacarle un sólo pase, el novillo en cada pase salía buscando las tablas. El diestro macheteó por la cara y entró a matar.
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