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Con algo más de 3/4 de aforo se han lidiado toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y juego. Destaca el sexto, premiado con la vuelta al ruedo.
Sebastián Castella: Silencio y silencio tras aviso
José Maria Manzanares: Silencio tras aviso y ovación tras aviso.
Roca Rey: Silencio y dos orejas.Nuevamente en hombros Roca Rey en Valencia. Foto: Plazavalencia Roca Rey ha salido en volandas por la Puerta Grande en la última de la Feria de Julio, tras desorejar a un toro jabonero de Núñez del Cuvillo, de nombre Rescoldito, premiado, de nuevo, con excesiva generosidad presidencial y sin solicitarlo nadie. Manzanares ha podido tocar pelo pero curiosamente hoy ha estado sin espada, mientras que Sebastián Castella es quien peor parado ha salido en el sorteo.
El encierro ha tenido tres toros sin opciones, primero, tercero y cuarto, mientras que el segundo, quinto y sexto han sido los de mayores posibilidades, especialmente el sexto. Resaltar que tanto el tercero como el quinto no eran toros para una plaza de primera categoría, algo que debería tomar nota tanto el equipo veterinario como el Presidente.
La traca ha llegado con el toro que cerraba corrida y Feria, jabonero sucio al que ha recibido Roca Rey con verónica a pies juntos, para llevarlo posteriormente hasta el caballo con un galleo por rogerinas. El primer puyazo traserísimo no ha provocado sangrado mientras que en el segundo encuentro el picador ha dejado caer el palo para retirarlo inmediatamente. Y uno se pregunta ¿se puede premiar a un toro con la vuelta al ruedo sin haberse picado?
Tras brindar al respetable inicia el peruano la faena con estatuarios, con posteriores series de derechazos muy limpias y variedad de remates. Los naturales de mano baja han sido de trazo largo. En la segunda parte del trasteo Roca Rey ha tirado de repertorio marca de la casa con pases cambiados por la espalda, molinetes, circulares invertidos, rematando su obra con luquecinas. La estocada, ligeramente caída y la espectacularidad de la muerte del animal le han servido para cortar dos orejas con las que ha dado una clamorosa vuelta al ruedo.
No ha habido acoplamiento con su primero, una ratita, protestadísima de salida, increíblemente aprobado en el reconocimiento, que punteaba en las telas y levantaba mucho la cara, sufriendo continuos enganchones. En el primer muletazo sufrió el matador un enganchón cayendo al suelo pasando el toro por encima suyo sin consecuencias. Se han escuchado algunos pitos ante la falta de entendimiento.
Josemari Manzanares es muy querido por estos lares. En su primero ha toreado a placer puesto que el Cuvillo ha sido repetidor, con buen aire. Las series han sido de cuatro y cinco muletazos, con variedad de remates, de pecho, trincherillas y pase de la firma, dándole distancia y tiempo entre serie y serie. Tras sufrir un desarme la faena baja en intensidad. Le ha costado mucho cuadrar al toro y ha pinchado en dos ocasiones antes de la estocada final. El animal ha sido aplaudido en el arrastre.
El quinto ha sido otro toro terciadito y protestado tras su salida de chiqueros. Ha peleado bien en varas. Precioso quite por chicuelinas, de manos bajas, que tanto nos ha recordado a su padre. Ha brindado la faena a su tercero, Luis Blazquez. El animal ha tenido transmisión en el último tercio, mostrando fijeza y nobleza. El inicio no ha tenido demasiadas apreturas, abusando del pico, pero ha ido cogiendo vuelo hasta un inoportuno desarme y a partir de ahí nada ha sido igual. De nuevo un pinchazo previo a la estocada. Ovación recogida desde el tercio.
Sebastián Castella se ha enfrentado en primer lugar a un colorado avanto de salida, chochón y desrazado que ha buscado las tablas al inicio de la faena. Lo ha intentado el de Beziers pero en la plaza se aburría hasta el Tato por la falta de transmisión del toro.
Ante el cuarto le ha tocado ejercer de enfermero por la manifiesta falta de fuerzas del animal, muy protestado por su flojedad. A pesar de ello el Sr. Presidente lo ha mantenido en el ruedo y Castella, inteligente, le ha dado su tiempo, toreando siempre a media altura sin obligarle para poder extraer con templanza algunos muletazos de mérito puesto que el astado tenía calidad pero no podía con su alma.
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