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Exigente aunque algo floja la corrida de Victoriano del Río que se ha jugado hoy en Pamplona. Encastada en general y creando complicaciones para los toreros que se han topado con un cierro más manejable en la segunda mitad.
Pepín Liria: Silencio y oreja
El Juli: Silencio y silencio
Ginés Marín: Silencio y silencio.
 Foto archivo No cabe duda de que si hoy ha habido un protagonista en Pamplona ese ha sido Pepín Liria. Se le recibió con cierta frialdad, no hubo aplausos de salida ni se le obligó a saludar antes de empezar la corrida. Anduvo Pepín valiente y vistoso con su primero que ya era un toro que generaba emoción por la dificultad. Pepín Liria se vio tropezado en un par de ocasiones y supo buscarle las vueltas al toro para mermarlo cuanto antes. La épica llegó en el cuarto de la tarde al que Pepín sujetó en los medios desde donde lo había citado de largo. Como si se tratara de una de aquellas corridas que el maestro lidiaba antaño, la lidia se solucionó en un total de cuatro series en el centro del anillo. Fue al cerrarlo al tercio cuando se vio volteado peligrosamente, cayendo sobre la cabeza. La pierna no paraba de sangrarle. Se veía en Pepín a ese torero que no se arredra, que es incapaz de hacerlo, volver al toro, tragar con él y salir huyendo muy apretado del tercio de muerte. Entonces se rompió la frialdad del inicio, la gente al unísono al grito de Pepín, Pepín... Se le pidieron los dos trofeos pero no se le concedieron, con buen criterio. Ayer Pamplona recordó a un torero de los de antes.
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