Julián López "El Juli"... llegó nuevamente a México, pero ahora con la nueva (como le hemos visto en España) de... no banderillear. El absurdo pretexto para no hacerlo, de acuerdo a las desafortunadas declaraciones de Roberto Domínguez... su apoderado... "El Juli" quiere darle más "profundidad a su toreo". La verdad es que "El Juli" siempre fue un mal banderillero, aunque la exposición de sus pares, fundamentalmente cuando los hacía por adentro, eran comprometidísimos y eso era una proeza para un niño, aunque la gran mayoría los hacía a toro pasado; y unido a esto la tremenda magia de la inocencia de su niñez (de una niñez que nunca gozó) le daba fuerza a todo lo que hiciera en el redondel. A su apoderado y a "El Juli" se les olvidó que la profundidad no se compra... ni se aprende, es inherente. Y lo que como niño fue una admiración por su gran técnica, ahora de joven al estar en igualdad de circunstancias que los demás... ese atributo es igual. Por otra parte... los artistas nutren su toreo en todo lo que saben crear... como don Rodolfo Gaona y José Gómez Ortega "Gallito" o "Joselito" (como le guste decir, lector amigo). Ellos protagonizaron, al margen de sus grandes faenas... inolvidables tercios con las banderillas. "El Juli" creció... y es un hecho que no evolucionó. Dejó de ser el maravilloso niño consentido, para convertirse en un joven petulante en más de las ocasiones... pero sin sustentar ese absurdo extravío, lo que le costó que le fueran dando la espalda en muchas plazas de España, y ahora comienza a suceder esto en México. Primero ha sido en Puebla en donde se negó a poner banderillas... asumiendo una pose de indolencia... y cinismo, y luego este sábado 15 de enero con la misma actitud, en esta bellísima ciudad de Orizaba que cuenta con una plaza de primerísimo nivel, tanto por sus instalaciones, así como por el respeto y la seriedad con la que se maneja el espectáculo taurino. "El Juli" llegó en su "tour taurino mexicano" con un toreo vulgar... lleno de pases sin contenido, y... sin banderillear. Así sumó dos faenas insípidas, no obstante, tras una estocada entera y una exigua petición, el juez de plaza le donó una oreja para las estadísticas. Con su segundo ejemplar, otro conjunto de pases que no dijeron nada, los rubricó con un horrendo bajonazo y fue abucheado por los aficionados que hicieron cerca de tres cuartos de entrada. El escandoloso repruebo fue tan sonoro, que dicen sus paisanos, se escuchó hasta en el bellísimo Madrid. Merecida oreja cortó José María Luévano con su primero, tras una faena intensa en donde hizo gala de temple y sentimiento; mientras que con su segundo, se le escapó el trofeo por haberse puesto pesado con el acero. No obstante, la entrega sin cortapisas de José María caló muy hondo en el sentimiento de los aficionados presentes. Miguel Espinosa, estuvo dejando los últimos rayos de luz de su toreo, por lo que en su segundo se le otorgó una oreja. Se lidió un encierro, aceptablemente presentado, de Montecristo, que ha sido manso y muy justo de casta. |