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Cuarta y última novillada de Soñadores de Gloria 2018 en
la Plaza de toros La Florecita de Ciudad Satélite. Lleno de “boletaje agotado” en
tarde soleada, con algunas ráfagas de viento. Se lidiaron cuatro novillos de San Marcos, algunos con el hierro de San
Mateo y otros con el de San Lucas, bien presentados aunque disparejos de tipo. También
lo fueron de juego, el primero duró poco y protestó apenas sentirse podido, el
segundo se prestó para el lucimiento, el tercero fue bravo, y el cuarto fue un
manso de libro. Actuaron los siguientes novilleros: Francisco
Martínez: oreja. Héctor
Gutiérrez: oreja. Sebastián
Ibelles: vuelta al ruedo. Roberto
Román: palmas, y vuelta
al ruedo antes de salir de la plaza. César
Morales dio una vuelta al
ruedo en reconocimiento a su enorme labor picando al tercero de la tarde. Saludaron
en el tercio Fernando García hijo y Juan Ramón Saldaña por sus banderillas
al segundo de la tarde. Ambientazo en La Florecita El esfuerzo de Feria Toro y La Florecita obtuvo
resultados. Y qué resultados: una temporada de primera en un escenario de lujo,
con la gente del toro metida en la plaza. Un lleno con apreturas, sí señor, con
todos los sitios de la plaza ocupados, y bastante gente de pie. Vaya
ambientazo, ambiente de tarde importante. El éxito que esto significa en una época
en las que las novilladas se suponen el eslabón más frágil –y también el más crítico
para garantizar la supervivencia de la fiesta– es mayúsculo. Quizás estemos
frente al venturoso caso de la fórmula necesaria para revivir el interés por
nuestras promesas taurinas: encierros cuajados, seriedad en la organización, y
novilleros con buen rodaje.
Francisco Martínez es sin duda un novillero que ha crecido. En dos
actuaciones se sobrepuso con solvencia a retos taurinos serios, tal y como lo
fue toda la novillada de San Marcos.
El abreplaza, Soñador –n. 749, 435
kg.–, fue un novillo muy serio, con la marca de la ganadería madre de San Mateo
herrada en los cuartos traseros. El novillo se dejó meter mano, y repitió en
dos o tres tandas por el pitón izquierdo, aunque con su dosis de miraditas y
amagos. Tras de someter en dos buenas tandas por el derecho, ligadas y largas, Soñador
buscó el refugio de las tablas apenas sentirse podido. La faena no recuperó sus altos vuelos, sino que se
diluyó en los intentos por el pitón izquierdo. Por ese lado, el sanmiguelense
alternó buenos pases con algunas coladas, producto un poco de la brusquedad de
la embestida del utrero, y un poco por la luz que le dejó en el cite. Abrochó
su labor luciendo en el toreo por alto, ya muy metido en tablas, y mató de
estocada desprendida y delantera. Con la petición mayoritaria cayó la primera
oreja de la tarde. Martínez, dos orejas en la temporada... Héctor Gutiérrez sin duda es el torero más hecho de los cuatro. Tal
vez, incluso, hasta el extremo de lucir fácil y sobrado. Le cuesta, en
consecuencia, transmitir de tan fácil que se ve. Sin embargo, cuando deja detrás
su faceta más técnica para templarse, con ese toreo largo que practica, llega a
los tendidos. Ilusionado –n. 57, 457
kg.– fue, sin duda, el mejor novillo-toro del festejo. Un cárdeno precioso, que
repitió con prontitud y buen son, con el que el hidrocálido estuvo más solvente
que artista. Sobresalieron los lances de recibo, y la larga, dibujada, con la
que los remató. Consiguió otro adorno de igual o mejor factura, que hizo rugir
a la Florecita, tras de quitar a la res del caballo.
Con la muleta, no alcanzó a redondear la escandalera
que provocó toreando por el lado derecho, y que replicó por momentos al natural.
El calado artístico de la labor resultó afectado por la rapidez en algunos
trazos, situación propia de una etapa de aprendizaje en los toreros en la que
es primordial la solvencia técnica como base y cimiento de la búsqueda de un
sello personal. No obstante lo dicho, es claro que el joven Goofy es quien lidera por ahora a la
camada de novilleros. Mató de estocada desprendida y cortó una oreja más. Fue
declarado triunfador del serial, y recibió la recompensa económica prometida. ...solo superado numericamente por Héctor Gutiérrez Cabe destacar la labor de los subalternos, sobre
todo de Fernando García hijo, quien
ligó su segunda actuación de escándalo en esta plaza. La gente, ya muy con él,
le volvió a reconocer jaleándole fuerte, y premiándole con otra salida al
tercio, misma que compartió con Juan Ramón
Saldaña. El joven ganó el premio económico por mejor subalterno, y la
pintura por mejor par de banderillas de subalterno. Por mejor puyazo, y en
reconocimiento a su regularidad durante la temporada, ganó la recompensa César Daniel Morales...
...pero quien se robó el show fue su padre. ¡Qué
tercio de varas nos regalaron César Morales
y Esforzado! –n. 97, 470 kg.–. El
novillo, muy serio, se arrancó con singular alegría desde los medios mismos de
la plaza, peleando en el caballo del piquero de dinastía, mismo que aguantó
hasta que le tumbaron irremediablemente. Tras de la espectacular caída,
colocaron al novillo de largo una vez más. Luego de mucho torearle y citarle, y
desde un terreno algo más corto, el burel se arrancó permitiéndole bordar la
suerte de picar a Morales, quien se lució en serio. Saludó en el tercio después
de la muere de la res, y la afición le obligó a dar una vuelta al ruedo. Emoción en el tercio de varas Sebastián Ibelles, por su parte, tuvo una actuación muy esforzada y
entregada. Es un chico que irradia valor y afición, además de que tiene esa
chispa de la alegría que conecta rápido con los tendidos. Sin embargo, el valor
y el nervio le jugaron algunas malas pasadas a lo largo de su faena, en la que
quedó a merced del bravo sanmarqueño. Son destacables, en todo caso, los momentos
artísticos de su faena, como un cambio de mano por delante tras de doblarse con
el novillo, que provocó la reacción unánime de la afición. Mató tras de pinchar
y dio dos vueltas al ruedo, una solo y otra acompañando al picador.
Sebastián Ibelles, con mucho camino por delante Roberto Román tuvo al santo de espaldas en esta ocasión. Su comparecencia
se puso cuesta arriba desde su intervención al quite en el tercero de la tarde,
de la que se llevó un pisotón que mermó sus facultades. Encima, sorteó a un
manso de libro, un galafate llamado Empeñozo
(sic) –n. 247, 465 kg.–, distraído, buscando los adentros, echando la
cabezota arriba, a veces dándole coba al chico, y a veces buscándolo con
vehemencia. En resumen, todo lo malo que puede tener un toro bravo.
Tras de otro golpazo sobre el novillero recibiendo
de hinojos, la cuadrilla se encargó de la lidia durante los primeros tercios. Ya
con la muleta, Román acertó a estar firme y en el sitio, aguantando parones,
miradas, cobas, y la cabeza arriba. Alcanzó a pegar algún esbozo de muletazo, y
metió a la plaza en una labor mucho más riñonuda que lucida. Quizás algunos
echaron en falta algunos recursos poderosos, pero lo cierto es que salir por
propio pie de la cara de un animal de esa catadura y con esos problemas es
meritorio de por sí. Mató con muchos problemas tras dos avisos, y le hicieron
dar una vuelta al ruedo antes de salir de la plaza, ya pasado un rato de la
muerte del burel. Durísima prueba para Roberto Román el imponente toro de San Marcos La experiencia tan exitosa de La Florecita en 2018
nos deja con ganas de volverla a vivir. Ojalá pudiéramos ver más toros en el
coqueto coso mexiquense, lo mismo con mundial de futbol que sin él. ¿Conseguirá
Soñadores de Gloria replicar este éxito
en la Plaza México? ¿Es demasiado soñar con quince mil personas en una novillada?
Ya lo veremos.
*Fotos de la 2 a la 6: Tadeo Alcina.
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