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Con algo más de media entrada tuvo lugar el festejo que hacia el número treinta y uno del largo serial isidril, eso sí con ese invitado que se cuela todas las tardes que es el dios Eolo que fastidia a todos y más aún los toreros, que se las ven y se las desean para capearlo y darle gusto al personal y a su propia intervención, porque todos ellos llegan con la ilusión de triunfar, pero hoy la suerte estuvo de espaldas para los tres espadas que se las vieron y se las desearon para por lo menos cumplir con el único compromiso que tenían en San Isidro.
Fue una tarde plomiza y plúmbea, por los dos puntales de esta maravillosa fiesta que son el toro y el torero; a más de uno y a mí mismo nos sorprendió ver en el ruedo marcado frente a la puerta grande con las rayas blancas, como si se tratara de una corrida concurso y no de un desafío ganadero como así se anunció, tampoco hubo tal ya que fue cuatro contra dos; las ganaderías anunciadas eran dos, tres ejemplares de Rehuelga y tres de Pallares, pero al final fueron: cuatro del segundo hierro y dos del primero al que hay que sumar el sobrero de José Luis Marca que hizo quinto bis. ¿Qué alguien me explique dónde estaba el cacareado desafío?.
Bueno todo ese batiburrillo torció la corrida y los tres espadas, es decir Iván Vicente, Javier Cortés y Javier Jiménez se fueron de vacío camino del hotel, menos Cortés que salió en ambulancia camino del sanatorio con un palizón y un puntazo en una de sus piernas. Ustedes se preguntarán, y con razón, cómo sucedió el desaguisado, muy sencillo, los toros del encaste Santa Coloma, pidieron credenciales a los tres encartelados, ya que salieron encastadillos y hasta con ciertos problemillas, los que medio funcionaron fueron el cuarto y el quinto bis, los restantes poco dieron de sí. Unos que reponían, otros se defendían, el único que tuvo cierta calidad y franqueza en sus embestidas el que ocupó el tercer lugar en la salida de chiqueros.
Con ese material poco podían hacer los diestros, voluntad toda, decisión ídem, tampoco les faltó el valor que como en la mili se les supone.
 Iván Vicente por bajo Iván Vicente, poco entregado en sus dos toros, sus trasteos tuvieron poco relieve, la mayoría fueron pases sueltos, que en ningún momento conectaron con los graderíos al no tener importancia. Eso sí mató bien al que abrió plaza, en su segundo escuchó un aviso, finalmente mató al animal de pinchazo, estocada entera desprendida, teniendo que rematar el tercero de su cuadrilla con la puntilla. Su quehacer no tuvo ningún eco en los parroquianos.
 Javier Cortés con la diestra De Javier Cortés tampoco hay mucho que contar. Con su primero, un saludo corto con la capa y sin fuste las verónicas y pare usted de contar ya que con el trapo rojo apenas tres redondos con buen tono y son; a la hora de matar, se volcó sobre el morrillo dejando una estocada que surtió el efecto deseado. Su segundo era un toro áspero que derrotaba y de duras embestidas, en un momento dado el sobrero de José Luis Marca le echó mano le volteó y se lo pasó por los lomos feamente y sin mirarse se puso otra vez ante los pitones del marrajo, dadas las condiciones del elemento lo lidió para prepararlo para enviarlo a los carniceros. Con los aceros no acertó, le pegó una puñalada que produjo derrame. Tras el final de su labor pasó a la enfermería por su propio pie.
 Javier Jiménez en redondo Calidad y de embestidas francas era el tercero de la tarde que le correspondía al otro Javier, pero de apellido Jiménez; el de Espartinas estuvo más que aceptable con el percal, pero con la franela no llegó a conectar con el público, a sus pases le faltaron trasmisión. Con las armas mortíferas se le complicaron aún más las cosas en los dos encuentros el estoque quedó de través que finalmente surtió efecto en el burel. El toro de más peso 624 kilos fue el sexto y con cinco años sobre sus lomos de muy cortas embestidas. Con el percal estuvo francamente bien; pero con la sarga costaba un mundo sacarle algún partido, el comportamiento del cinqueño en lugar de embestir topaba, el de Espartinas se esforzó mucho pero era imposible sacar agua de un pozo seco, que es lo qué tenía que hacer el sevillano simplemente era quitárselo de en medio. Pero no era tan fácil, ya que el cinqueño había terminado parándose, de hecho a la hora del embroque todo lo tuvo que hacer el torero ya que el bicho no movió ninguna de sus extremidades, Javier le recetó una estocada casi entera con lo que se acostó sin más, intervino el puntillero y aquí paz y después gloria.
 El picador Agustín Romero se llevó la ovación de la tarde Hoy por lo menos disfrutamos de la suerte de varas gracias al del castoreño Agustín Romero en el último de la tarde que acudió el cinqueño hasta en tres ocasiones empujó y metió riñones, hay que anotar que Jiménez lució al toro, cosa que vemos muy de vez en cuando. El picador fue fuertemente aplaudido cuando retornaba al patio de caballos.
Mañana se lidian los toros de Adolfo Martín. Suerte para todos, toros, toreros y aficionados.
Fotos: Muriel Feiner
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