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Con un sol radiante pero con mucho viento del que molesta para torear, se ha celebrado un año más la Extraordinaria Corrida de la Beneficencia, con casi lleno en los tendidos, el cartel postinero y también de postín era la ganadería a lidiarse. En el palco de respeto, el Rey Emérito D. Juan Carlos I, acompañado de la Infanta Elena y el Presidente de la Comunidad de Madrid. La plaza engalanada con reposteros en las barandillas de las gradas y andanadas. Tras las notas del Himno Nacional a la llegada de D. Juan Carlos, se coreó un viva España y viva el Rey. El ambiente era de fiesta y no era para menos, ya que por primera vez de lo que va de temporada asistía ese gran aficionado como lo es D. Juan Carlos.
Pero el festejo en que estaban encartelados Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y el joven Ginés Marín, con toros de Alcurrucén, dio pocas alegrías a la concurrencia ya que el festejo en su desarrollo más bien fue algo anodino, menos en el momento que saltó a la arena el tercero de la tarde, en que Ginés se entretuvo y nos entretuvo cortando el único apéndice de la tarde, quizás el resto tuvo poca importancia, por el escaso juego que dieron los pupilos de los Hermanos Lozano, -se me ha ocurrido inventar una palabreja-, la de alcurrucenada, debido al encierro enviado por los hermanitos que les ha hecho quedar mal y con ésta van dos.
Siempre hemos oído decir, que para muestra vale un botón y he aquí la muestra. Los tres primeros cuatreños inexplicablemente fueron aplaudidos en el arrastre por qué, vaya usted a saber, la otra mitad, el cuarto y el sexto silenciados y el quinto pitado camino del destazadero. Como es mi costumbre el peso medio fue de 559 kilos.
Ferrera con la izquierda El primero de tan magno festejo fue poco claro frenándose en las embestidas, era un manso encastadillo, al que Ferrera supo encelarlo con el capote muy toreramente, en varas el torito se defendió y en banderillas esperó. Como es protocolario Antonio brindo al Rey Emérito. Los primeros aplausos del festejo fueron al iniciar labor con la muleta, tras esos naturales despacitos y con buena letra, Ferrera estuvo por encima de las condiciones de su oponente y eso que el cornúpeta llegó a alcanzarlo dándole una voltereta. Se entretuvo demasiado tiempo a la hora de matar y le cayeron dos avisos, tras la espada el burel se echó solito. Poco pudo hacer con el cuarto que era un mulo, derrotando por ambos lados, doliéndose tanto ante el caballo como en banderillas. Con la muleta molestó el fuerte viento, pese al vendaval, insistió e insistió, pero el marrajo no decía ni mu, con solvencia le tocó los costados preparándolo para darle muerte. Lo hizo de tres pinchazos a la cuarta fue la vencida, pero tuvo que utilizar el de cruceta hasta en cuatro ocasiones, sumando otro recadito desde el palco.
Perera con la diestra Hoy Miguel Ángel Perera no ha tenido suerte en el sorteo; poco claro era su primero y un regalito era el quinto, como está mandado, su primero brindó a D. Juan Carlos y su segundo a la concurrencia y para qué si a toda su labor le faltó vida, toda la tarde estuvo más bien apagado y desangelado, abusando del piquito y encima mal con los aceros, escuchó dos avisos, una en cada toro. Hoy no fue su tarde.
Tocó pelo Ginés Marín. Aquí la prueba El que alegró el cotarro fue Ginés Marín en el tercer cuatreño del festejo, primero con el percal, saludando a su oponente con tres verónicas acompasadas, luego llevó hasta el jaco con mucho desparpajo, en que se lució su Padre Guillermo Marín con el palo por ello fue fuertemente aplaudido, el quite del joven, como también fue elegante el quite de Ferrera, otro que lució palmito fue su banderillero “Fini”. Un buen comienzo tuvo la faena con la pañosa a tal punto que al gaditano se le ovacionó, ya en los medios se desarrolló su buen hacer con pases especialmente por el pitón diestro, en los naturales le dio el pecho al citar, cuatro fueron los naturales y de buen corte, vistoso fue el cambio de manos, pero a partir de allí el toro fue perdiendo en sus embestidas, antes de despacharlo fue el final por bernadinas apretadísimas; el colofón llegó con la toledana que al segundo envite dejó una estocada arriba del que salió muerto sin remedio su contrincante; aparecieron los albos pañuelos mayoritariamente y D. Trinidad sin más remilgos concedió la oreja al chaval de Jerez. La otra cara de la moneda sucedió en el sexto, primero porque su contrincante fue un manso que buscaba la puerta de salida; pero el gaditano no perdió las esperanzas de sacarle algún partido poniendo toda su voluntad, pero ya lo dijo el divino calvo cuando no puede ser, no puede ser y la faena no tomó vuelos, ni el torito rompió pa lante. Con la espada de primeras pinchó y perdió el engaño, de segundas estocada entera pero delantera, que sí hizo mellada en el casi cinqueño, que buscó las tablas para doblar.
Como todo está más que claro lo acontecido en la tarde, será hasta mañana D. mediante.
Fotos: Muriel Feiner
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