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 A Fernando Sánchez casi le igualan las patillas Que no vivimos para disgustos. Que tras unos días de mansos, peligrosos, toros que con estar ahí ya era un mundo, fieras corruptas que devoran criaturas celestiales y van los de José Escolar, que se suponía que no tendrían que dejar que nadie se les acercara y salen que hasta se les puede torear; sin facilidades, faltaría más, pero regalando embestidas como regalan caramelos en las cabalgatas. Y allí que se andaban Rafaelillo, que no consiguió malear del todo a sus toros, con el empeño que puso en ello; a Robleño, tan avezado en hacer parecer malos los que no lo son tanto, pero que tampoco lo logró; y Luis Bolívar, que esperaba tener que enfrentarse a la Medusa con guedejas de serpiente y le echaron un toro que se le fue sin torear, aunque tampoco era para que la desesperación llegara a tanto, como para encunarse en el sexto de la tarde. Que los escolares no lo ponían fácil, no son tontos, que todo lo que se les hacía bien, tenía mérito, como el par de Fernando Sánchez, galanura y majeza en los andares, aparte, jugándose el gaznate en un par en el que el toro se le vino y le apretó casi hasta cortarle la respiración. Pero ya digo, había que hacerlo y bien, no valía con estar ahí, a merced, porque la tarde no era para eso, estaba más para que la terna hubiera hecho el toreo, pero o no estaban por la labor o no tenían ciencia para tanto. Tuvieron la mala fortuna de que les salieran toros para torear, descubriendo carencias y es que en muchas ocasiones hay que ver lo que ocultan las alimañas.
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