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 Octavio Chacón hizo el toreo Hay muchas muestras, muchos testimonios de que el ser humano alcanza las cotas más altas de la excelencia, cuándo se ve exigido, cuándo se ve obligado a tener que darlo todo, entonces ahí es cuándo brota la grandeza. La comodidad, el confort, si acaso, nos acercará a mantener una regularidad dentro de la mediocridad. Con los de Saltillo ha ocurrido algo que demuestra lo que un torero puede llegar a conseguir cuándo se ve exigido. Octavio Chacón ha sido la muestra palpable de ello. Una tarde complicada, con toros que lo mismo te tiraban un bocado, que parecía que no y te tiraban un gañafón. El gaditano toreó de verdad a su primero, un buen toro con una excesiva vuelta al ruedo. Pero el mérito de este matador ha ido más lejos, su saber estar toda la tarde, su querer estar, pendiente de todo, atento a los compañeros, a la lidia y hasta quiso lucir a ese primero en varas. Y hoy voy a ser muy injusto, pues de toda su labor solo he dibujado una media en el centro del ruedo, pero en la cabeza sigo trazando derechazos, medias, de pecho, llevando el toro al caballo, para en definitiva concluir que cuándo hay exigencia, cómo la de tener que vencer a un Saltillo, lo peor saca lo mejor.
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