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¡Que alguien me lo explique!, a cuento de qué venía el mano a mano de hoy, entre un figurón del toreo como es El Juli y un joven torero emergente como Ginés Marín, durante toda la historia del toreo, eso se hacía cuando entre dos coletudos había una rivalidad manifiesta, como: entre Marcial Lalanda y Domingo Ortega, Paco Camino y Diego Puerta o Litri y Aparicio, pero la actual empresa entre comillas hoy acertó en ese invento de la Corrida de La Cultura, porque el lleno llegó hasta los mástiles de las tres banderas. Se lidiaban seis toros de tres hierros distintos, para Julián López “El Juli” figurón del toreo desde hace muchos años y el jovencísimo espada como es Ginés Marín, con la experiencia la técnica y la veteranía como la que tiene El Juli. Y así salió el invento, Julián se lo llevo de calle y Ginés tuvo que demostrar de porqué está donde está, pese a sus pocos años. Otro de los inventos fue juntar tres ganaderías de distintos hierros y de distintas procedencias que tampoco funcionó, algunos sacaron genio otros algo de bravura otros calidad pero sin llegar a romper ninguno de los seis, posiblemente se salve el lidiado en tercer lugar.
 Una oreja paseó El Juli en el mano a mano El Juli en su estilo como ya es habitual, supo llegar a los tendidos en más de una ocasión, pulcro en su quehacer, estando muy bien en el segundo de su lote, tercero del invento en que después de una faena más que digna y por encima de su oponente, logró un trofeo, el único de la tarde, despachándolo con su clásico julipie; lo demás apenas tuvo importancia, eso sí demostró su técnica y larga experiencia en el oficio, pero sin llegar cotas altas.
 Marín con la diestra El bisoño Ginés Marín, al menos en algún momento logró trasmitir a los tendidos, especialmente con el trapo rojo, con pases genuflexos recibió al segundo de su lote toreramente, el torito pegaba arreones y lo cogió lanzándole al aire pero sin consecuencias, estuvo firme y con tesón manejó bien los aceros; saludando en el cuarto, mejoró ostensiblemente en el sexto, especialmente al cierre de faena con esas manoletinas que por su ejecución llegaron a los abarrotados tendidos. Fue una pena que con el alfanje no acertara a la primera, luego una estocada en la yema que hizo mucho daño al burel pero tuvo que finiquitarlo con un certero golpe de descabello.
Fotos: Muriel Feiner |
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