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No queremos restar importancia a Castella en su labor ante el quinto de la tarde. Una faena que nació desde la firmeza en un inicio muy interesante por su quietud, y dos tandas previas a un arrimón con un toro venido a menos, al que finiquitó de media en el hoyo de las agujas.
'Jacobino' derribando mientras el monosabio ya intenta proteger al caballo Pero nos parece más interesante dedicar nuestro apunte a la suerte de varas realizada en el cuarto de la tarde, sobre todo, por ser una suerte vilipendiada y estar sentenciada a muerte por los entramados taurinos. Jacobino nos brindó la preciosa estampa de esta suerte cuando existe la pelea. Tras balancear por los pechos y girar sobre su eje al caballo que montaba Justo Jaén, antes de derribarlo, nos recordó otra época del toreo... La lucha del caballo y el toro en un equilibrio casi perfecto de la que salió victorioso Jacobino en última instancia. Una suerte degradada que antaño lució ribetes de oro y que hoy sólo lo hace de manera testimonial.
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