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Desde los lances de recibo, que ejecutó con parsimonia, se observó que Manzanares venía dispuesto a hacer algo importante. Un manojo de chicuelinas paternas, fue el inicio de lo que luego se forjó en el espejo de su padre. El inicio fue bueno, sentido, que es lo importante.
Hubo limpieza y empaque durante toda la faena. Con mimo ejecutó el toreo por el lado derecho afianzando al toro para después torearlo con gusto. Asentado con la zurda lo pasó al natural en varias tandas. Y, de manera inesperada, brotó el natural de la feria en un cambio de mano magistral. El broche de una faena de gusto no podía ser otro que la gran estocada que José María Manzanares recetó a recibir en el mismo hoyo de las agujas. Hoy, en muchos pasajes, hemos visto a José María Dols Abellán (Manzanares para el recuerdo de los aficionados)
Manzanares durante la exitosa faena . Foto: Muriel Feiner A su segundo lo recibió con una larga cambiada, las verónicas siguientes fueron hondas, de compás abierto. Un inicio de faena interesante que se estrelló en la muleta por culpa del toro que llegó brusco al último tercio… ¿Pudo ser un error no picarle? Se ajustó bien al natural. Un par de tandas completas, una por cada pitón, fue la renta que pudo sacar ante este toro José María Manzanares.
Talavante ha replicado con argumentos a Manzanares. Su primer toro, que fue soso de salida, terminó brindándole arrancadas suficientes para cortar una oreja de mucho peso. Flexionado se hizo con la embestida del toro dominándole. La primera tanda de redondos la ejecutó en una baldosa, el temple fue apareciendo a medida que se desarrollaba la faena. No hubo bisutería, incluso la fantasía la expresó con seriedad. Los pasajes más hermosos brotaron con la zurda, varias tandas fetén calaron hondo en el tendido, lo mejor del trasteo junto a una estocada de matar o morir, poniendo toda la carne en el asador.
Poco, o casi nada, le ofreció el lavado de cara que hacía sexto. Muy soso de salida y en varas. También en banderillas. Luján estuvo a punto de ser herido por este toro de no haber sido por un quite providencial de Manzanares y Castella. De soso paso a violento y destemplado, sin dejar torear con limpieza a Talavante con la muleta.
Castella ha sido el damnificado de la tarde. Su primero regordío y con cara de niño, se acabó pronto, quince o veinte muletazos que Castella, además, pasó con frialdad sin conectar con el tendido. Lo mejor en este toro un par de José Chacón soberbio.
En el cuarto lo intentó de veras el torero francés, ahora con otra actitud. Un inicio espelúznate de faena, con un pase cambiado por la espalda, fue su declaración de intenciones. Hubo algún redondo templado y aguantó serios parones. Nada tuvo por el izquierdo venido abajo el cuvillo.
A una tarde, con dos faenas grandes, nos apuntamos todos los días si hace falta… Más aún si lo que se expresa se parece más al pasado clásico, que al moderno presente.
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