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Séptima
novillada, sexta con caballos, y última de la primera parte de la temporada Soñadores de Gloria 2018. Mejoró la
entrada (unas tres mil quinientas personas) en tarde nublada, con viento, y lluvia
intermitente. Saltaron al ruedo ocho novillos, seis del hierro titular de La Muralla, de los que se lidiaron
cuatro (1º, 2º, 3º, y 6º), mientras que los sorteados en cuarto y quinto lugar
fueron devueltos, uno por lesionarse una extremidad, y otro por despitorrarse. Estos
fueron bien presentados, algunos con percha de toros, y de juego desigual, con
sentido los primeros tres, y bueno el sexto. Como sobreros saltaron a la arena
un utrero de San Constantino, de
buena condición, y otro de Monte Caldera,
tardo y aquerenciado. Actuaron los siguientes novilleros: Joaquín Gallo (rejoneador): vuelta al
ruedo tras petición. Ángel Espinoza “Platerito”: herido. Carlos Casanueva: palmas en el que mató
por Platerito, y silencio tras aviso. Rafael Reynoso: silencio tras dos
avisos. Javier Segovia: palmas tras aviso. Alejandro Fernández: ovación tras dos
avisos. Los Forcados de Pachuca consiguieron pegar
al primero de la tarde en dos intentos, fueron ovacionados. Platerito
se clavó una banderilla arriba de un talón mientras cubría el segundo
tercio de la lidia.  . La segunda
sexteta, que cerró la primera parte de la temporada de novilladas en la
Monumental de México, rompió en muy poco con lo predecible para un cartel de este
tipo. Se antoja a destiempo que, justo cuando el coso cerrará sus puertas, y
apenas a dos semanas de un triunfo grande, y con prospectos tan interesantes ya
vistos, se apueste por un cartel de oportunidad. Incluso mejoró la entrada, irónicamente
dado lo flojo del cartel, pero en todo caso no habrá oportunidad de capitalizar
esa única sorpresa del domingo pasado. En fin, la estafeta pasa a las plazas
pequeñas en la periferia de La México, donde ojalá el público responda, y el
espectáculo ofrecido también.
En esta
ocasión se lidiaron cuatro novillos de La Muralla, de mucha edad y trapío. Lo
muy accidentado de la tarde derivó en que esta se alargara, y en que saltaran
muchos novillos a la arena. El primero, sin mayores turbaciones, lo lidio a
caballo el rejoneador charro Joaquín
Gallo. El mismo tuvo una actuación muy solvente en el aspecto técnico,
mostrando avances evidentes respecto a lo que le vimos en sus primeras
actuaciones en el coso metropolitano. Ahora es un torero ubicado en el ruedo,
mucho más conocedor y dominante de los terrenos y las distancias, completamente
alejado de los atropellamientos y percances torpes que sufrió antes. En cuanto
al lucimiento y la emoción, aún le falta desarrollar su toreo, así como mejor
puntería a la hora de clavar, pero la base técnica está a la vista. Mató de un
estoconazo soberbio pie a tierra, tras de errar en tres ocasiones con el rejón
de muerte. Hubo una petición un tanto exagerada, y una vuelta bien recibida por
el público. Carlos Casanueva tuvo dos actuaciones difíciles. La
primera fue lidiando al novillo que tocaba en suerte a Ángel Espinoza “Platerito”.
Tras vistoso quite y un buen par de banderillas, Goloso –n. 363, 414kg.– le tiró un derrote al pecho con sus
astifinos pitones, logrando escapar el novillero con una banderilla clavada por
debajo de una pantorrilla. No pudo salir más. Casanueva se las vio entonces con
un novillo con bastante peligro, sentido, y una indefinición destacable: lo
mismo embestía humillado, que tiraba un derrote, que se caía. El jalisciense,
con su poco rodaje, anduvo por el mismo tenor. Agua Clara –n. 383, 427 kg.– también exigió papeles, sin que
Casanueva pudiera lucir gran cosa. En ambos turnos tuvo problemas con los
aceros, y el saldo de su actuación es más duro que positivo. Rafael Reynoso no pudo lidiar a Orgulloso –n. 379, 419 kg.–, que salió
tocado de su motricidad de toriles, y fue devuelto. Lidió en cambio a Venturoso, de San
Constantino –n. 94, 445 kg.–, aldinegro muy en tipo de San Mateo, con algo
de aspereza y peligro. Bajo la lluvia y con viento trató de acoplarse, en una
labor muy larga y de muchos muletazos, inversamente proporcionales al éxito de
los procedimientos y el calado de los mismos. Se eternizó con la espada, y le
perdonaron los tres avisos. El
ecuatoriano Javier Segovia lidiaría
al precioso Capricho –n. 437, 359 kg.–
del hierro titular, de imponente lámina, un auténtico toro. Desafortunadamente
se despitorró en el burladero de la contraporra. Salió Soñador –n. 11, 398 kg.– de Monte
Caldera. El novillo fue parado y aquerenciado en tablas, pero se arrancaba
con cierta calidad si le consentían. El joven sudamericano se acopló muy poco,
y logró correr las manos por breves momentos por el lado derecho. Mató con
problemas y escuchó benevolentes palmas. Alejandro Fernández firmó la mejor actuación a
pie. Lo logró con Destilado –n. 365,
421 kg.–, un poco
reservón pero que tomaba los engaños con calidad. El tapatío consiguió correr
la mano y gustarse por el lado derecho, llamando la atención de una
concurrencia poco interesada ya en la tarde, que pasaba ya de las tres horas. Por
supuesto que hubo verdor, sobre todo en la falta de paciencia en el sitio, y en
la pérdida de la distancia por momentos. Por la izquierda el novillo fue
bastante más protestón, y apenas se dejó meter mano. El chico logró
sobreponerse en varias ocasiones, tanto de lo que le planteaba el novillo como
de sus propias deficiencias, y consiguió buenos pasajes, mismos que emborronó
oficiando con el estoque. Fue ovacionado. Terminó la primer
tanda de novilladas, con resultados alentadores, pero también con otros que
levantan dudas. ¿Podrá levantar la temporada de novilladas en el aspecto de la
atracción de público? ¿Existe la voluntad de que un buen día lleguen quince mil
personas a una novillada? Buenas preguntas...
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