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Con casi un tercio de entrada se han lidiado cuatro novillos (1º, 2º, 5º y 6º) de José Luis Pereda y dos de La Dehesilla, de desigual presencia y juego.
Ángel Jiménez, silencio y silencio tras aviso
Pablo Atienza, silencio y silencio tras aviso
Rafael González, oreja y vuelta. Rafael González feliz: una oreja y una vuelta. Foto: Plaza1 Otra tarde nublada y con mucho frío en los tendidos, la primavera sigue sin aparecer, aunque ya estamos a mediados del cuarto mes del año.
Medio medio apareció la estación de las flores en el ruedo, con la actuación del joven madrileño Rafael González, poco le faltó para abrir la Puerta Grande, en su primero cortó un apéndice y en el sexto, si no fuese con ese pinchazo primero, seguro que tras la petición fuerte por parte de la mayoría de los asistentes la segunda oreja hubiese caído en sus manos, los otros dos novilleros que completaban el cartel, obtuvieron sendos silencios tras sus actuaciones.
De los novillos de Pereda, no dieron la talla de su bien ganada fama. De presencia bien, escasos de encornaduras y alguno que otro con las fuerzas justas, los pupilos de José Luis parecían más bien de media casta. El primer ejemplar pitos en el arrastre al igual su hermano segundo. División para el tercero, silenciado el quinto y aplaudidos camino del desolladero, el cuarto y el sexto, como bien se puede observar, hubo de todo un poco, para mi gusto particular.
Para venir a Las Ventas hay que hacerlo con otro tipo de actitud como lo hizo Rafael González y no esperando el que aparezca la Virgen y haga el milagrito como pareció que lo esperaban el sevillano y el segoviano, que completaban la terna; por ello trastocaremos la crónica de hoy, iniciándola con la actuación del tercero de la terna, ya creo que se lo merece
Rafael González, sorteó, uno de media casta como fue su primero, al que con méritos más que suficientes le cortó una oreja, tras una faena entonada, al menos lo vimos torear con el capote y como era lógico fue aplaudido; también escuchó sendas ovaciones con la flámula, iniciando labor en los medios con un pase cambiado por la espalda y en esos mismos terrenos y sin preámbulos, una excelente tanda toreando en redondo que fue a más, las ovaciones no se hicieron esperar, luego intento al natural que el utrero no tragó; se puso valentón toreando por manoletinas como colofón a su meritoria labor, rubricada con una estocada entera haciendo doblar al novillo. Pañuelos en todos los tendidos y la oreja para el madrileño. Tampoco estuvo mal en el sexto, en que fue aplaudido el piquero Héctor Vicente que fue aplaudido tras picar bien al utrero, también escuchó fuertes aplausos el banderillero Rafael González al banderillear. En el último tercio y tras sacarse al animal fuera de rayas, tres excelentes y de buena factura con la diestra mano sumando el de pecho, también fue buena la tanda por naturales rematando toreramente con el forzado, su actitud dio muestras de cómo hay que hacer las cosas en la plaza más importante del mundo; finalizó su buen quehacer por luquesinas, la ovación tronó. Se perfiló para matar en la suerte natural y penosamente pinchó pero sin soltar el estoque, en el segundo envite un estoconazo en la cruz cayendo el novillo, nuevamente los pañuelos al viento, pero la autoridad hizo caso omiso, posiblemente por ese pinchazo primero y el quehacer de Rafael quedó en una vuelta al anillo.
Regresemos al inicio del festejo retomando la antigüedad.
510 kilos pesó el novillete que abrió festejo, le correspondía al ecijano Ángel Jiménez, que con el capote nada de nada, sigo sin entender la manía de brindar al respetable, a sabiendas de que no hay animal propicio para torear, los derechazos de inicio no tuvieron ningún valor al igual que los naturales, no se entendieron ambos dos, torero y utrero, siento decirlo pero todos fueron mantazos, incluso hubo protestas en las gradas. Pronto dobló el animal tras la estocada con sangría bucal. Silencio. Un novillo de los potables del encierro fue el cuarto, no aprovechado por Jiménez; algún pequeño detalle con el percal, como también con la muleta, pero sin llegar a entregarse, escaso mérito, pases y más pases, yo diría más bien banderazos. Despenó al Dehesilla de un pinchazo hondo y dos golpes de verduguillo. Otro silencio.
Nos queda el segoviano Pablo Atienza, que ante el primero de su lote, apenas recogió con el capote; bastante bien estuvo en los doblones de inicio, pero ahí quedó todo, le faltó llevarlo toreado al novillo y no nos dijo nada al torear por ambos pitones, quizás lo más salvable fueron las manoletinas postreras. Despenándolo de un pinchazo y media estocada caidilla. Silencio en los tendidos. Con el quinto algo pudimos ver con el percal, tres verónicas acompasadas y con la franela, pese a que molestaba el viento, tres redondos de buena factura, quiso torear por el pitón contrario pero el viento se lo impidió, sosito estuvo el de Segovia. Tomó el acero, de primeras un metí-saca, luego un pinchazo, finalizando con un certero golpe de cruceta. Otro silencio que sumar.
Esto fue lo que dio de sí el festejo menor. Dado el intenso frio, el público salió de estampida.
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