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Ayer en Sevilla se corrió un encierro de Las Ramblas, con fachada pero sin fondo, toros cuajados y serios pero que no soportaban el último tercio.
Vimos al mejor Román, el torero valenciano estuvo asentado y sereno, en momentos estético, hasta que el toro de Las Ramblas le hiriera con muy mala fortuna. Toro que finiquitó Curro Díaz, que ya había lidiado a su primero y había mostrado sus credenciales artísticas con un inicio de faena soberbio, primero con la pierna contraria flexionada y después recreándose en pasar al toro por ambos pitones. Los broches, marca de la casa, insuperables.Una faena de más a menos por culpa de la falta de fondo del toro, al que finiquitó de una media de buena colocación. Así toreó Curro Díaz. El mejor Curro apareció en el quinto de la tarde. De nuevo bordó el toreo de inició, donde los pases de trinchera eran el broche de oro de un toreo asentado sobre los talones y mandón con la cadera. Se sucedieron varias tandas diestras inmensas, de una colocación extraordinaria y mando bajo. Bajó la faena por el lado izquierdo, por culpa, de nuevo, por la falta de fuelle del toro. Hubo petición mayoritaria de oreja que la presidencia denegó… La espada, de efecto fulminante, cayó baja.
Pepe Moral se llevó en suerte el toro más colaborador del encierro. Mostró temple desde la salida y le toreó con gusto el torero sevillano con el capote. Lo más caro de la faena fueron varias tandas de naturales en redondo templadísimas. Dibujó el torero sevillano el natural a la perfección, perdiendo importancia por la embestida mortecina del animal. Hubo concesión de una oreja… La estocada, en este caso, cayó perpendicular y atravesada, y necesitó usar el verduguillo…
Poco pudo hacer con su toro anterior, el segundo de la tarde, se mostró voluntarioso ante un comportamiento manso sin entrega. Y menos aún con el que cerró la corrida y que mató en lugar de Román, otro manso huidizo.
Después de esta actuación, no terminamos de entender que Curro Díaz no esté incluido en la feria, su toreo encaja, ayer lo vimos, perfectamente con el gusto del aficionado sevillano. Tampoco la de Urdiales u Oliva Soto –en este caso, sangrante-. Sólo la falta de sensibilidad empresarial justifica ausencias de esta importancia. Falta de sensibilidad generalizada que existe en esta profesión y que encorseta el espectáculo. La fiesta de los toros continúa… Degradándose.
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