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Gran ambiente en el día de ayer en la plaza de Cieza, Murcia, puesto que la entrada era de tres cuartos de aforo largos puesto que el cartel tenía atractivos suficientes para ello. Molestó mucho el viento que, por momentos era un auténtico vendaval, lo que hizo que los matadores se esforzaran muchísimo por lograr lo que pretendían que, en realidad, no era otra cosa que el éxito. El cartel de la corrida Los toros eran de Alejandro Talavante, procedencia Núñez del Cuvillo, es decir, puro Domecq, razones evidentísimas de la falta de casta y de fuerzas de dichos toros que, como se sabe, Talavante no los matará nunca más; eran burros adormilados, con media arrancada, sin maldad, pero sin fuerza alguna.
La larga cambiada de Rafaelillo Pese a todo, a Rafaelillo le supieron a gloria bendita; para él, todo un manjar de los que no está acostumbrado a sentarse. Disfrutó muchísimo Rafael Rubio, primero por la bondad de los animalitos y acto seguido por estar junto a dos toreros que ya no los verá jamás en toda la temporada. Digamos que Rafael estuvo muy torero, algo que ya sabíamos, pero que los toros que suele lidiar apenas se lo permiten. En sus dos enemigos estuvo sensacional; no hubo agobios, ni sustos, ni carreras, solo toreo del bueno cuando el viento se lo permitía. Cortó tres orejas que, en realidad, era lo de menos; lo más, como digo, es que nos encontramos con un gran torero.
Talavante naufragó en toda regla. Le tocaron los toros más tontos del encierro. Sin alma, sin fuerzas, sin apenas arrancada alguna, justamente, el mal del que se contagió el torero. Silencio y fuerte bronca fue su balance. Roca Rey al natural Roca Rey no pudo triunfar en su primero, hasta el punto de que dio un mitin con el descabello. En su segundo, el peruano lo intentó todo y en un alarde de paciencia y valor extrajo muletazos muy aceptables. Ya resulta difícil que Roca Rey no triunfe como le pasara con su primer enemigo. Se resarció en el último y tras su toreo variado y espectacular tras recetar una buena estocada le dieron hasta el rabo.
El caballo desbocado A pesar de las cinco orejas y rabo que se cortaron la corrida dijo muy poco. Lo más espectacular el caballo que se desbocó que pudo haber provocado algún percance gravísimo si a su paso hubiera encontrado alguna persona, bien sea torero o los propios areneros.
Lo dicho, dudo que Talavante mate toros de su ganadería puesto que, más que bravura, lo que tienen es tontuna inútil. Peligro no tienen, pero emoción tampoco. Lo más descafeinado que pudiéramos encontrarnos en plaza alguna. Fotos: P. Barrera
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