No había justificación para asistir a la México, al menos no en el papel, no por el tlaxcalteca pues de sobra sabemos es todo corazón y garra, sino por la figura holgada siempre a costa de lo que sea así como por la golfería ya habitual en las empresas. No asistimos porque debamos defender la fiesta, lo auténtico no la necesita; tampoco por ocio, pues como me dijo alguien que chanela de esto, eso es para la clase alta.
Sin encontrar argumentos que respondan con certeza al porqué, puede ser que muchos crecimos y nos educamos en la plaza -cualquiera que sea-, cuando los domingos de corrida eran días de liturgia y aunque mafias hubo siempre aún se respiraba respeto por el ritual; cuando menos acordamos y hasta injustificadamente, ir a la plaza se convirtió en una necesidad, en el pulso que marcaba nuestra semana siempre con vistas al domingo de toros. Sólo así entiendo que habiendo infinidad lugares a donde ir en la capital uno opte por ir a la plaza México.  El monosabio que embistió como bravo al antitaurino Hay que tener paciencia y ser tonto para aguantar ocho turnos, porque a excepción del regalo de Sergio Flores, todos fueron eso, simple desfile de reses, ningún toro y, lo más dramático, lo que nos hace rabiar pero también aquello que nos enmudece por envilecer la fiesta, ninguno bravo.
Esa es la fiesta VIP que han creado quienes no saben de qué color es la vergüenza y muy lejos de ser agradecidos con su profesión la deshonran y de paso vapulean y prostituyen una plaza de primera categoría como la México, que no es grande solamente por su tamaño sino por la épica que otros con muchísimo más amor propio y devoción al toro ahí escribieron.
Sin embargo, hasta suerte tienen los hampones como Julián López “el Juli”, nadie protestó uno solo de los animales que él pidió, todos muy conformes con la figura robándoles en su cara; siempre será incomprensible porqué alguien con tantas aptitudes y habilidades para hacer el toreo auténtico prefiere las tropelías. ¿Cómo es posible que El Juli que bordó los mejores cambios de mano con el regalo de Bernaldo de Quirós sea el mismo que se pierde las distancias y borra lo bueno con pases bruscos? Es inaudito como un tipo con tanto talento es al mismo tiempo tan cínico.  Figura de la comodidad El mexicano Sergio Flores va haciendo camino, sembrándolo con las flores de su tierra, tiene el don de entrar pronto en sintonía con los tendidos. Sin bien la “Corrida por México” le ayudó a posicionarse en uno de los carteles de aniversario, hubo de pagar la penitencia del mano a mano del domingo pasado, ¿por qué aceptó una tarde así, él que ha visto al mismo demonio?
Y como el público taurino es de una calidad moral tan diversa, escuchó protestas durante la lidia de su lote, de modo que también acudió al regalo, el único toro de la función, imponente y bien construido pero sin fondo y ante el cual Flores tuvo que tirar del orgullo tlaxcalteca y pegarse un arrimón, jugársela para salvar una tarde donde parecía iba a pagar el pato.  La garra del tlaxcalteca Al final del día quien sigue pagando es una afición que ya no alcanza para llenar los numerados, es normal la indiferencia ante quienes plantearon un espectáculo VIP y por el contrario no han mejorado la experiencia de sus clientes. Es reflejo de la sociedad en que vivimos, donde no importa el profesionalismo ni el conocimiento sino ser “amigo de” o “compadre de” para estar en los mejores puestos, en términos muy coloquiales, se trata del club de Tobi, sólo ahí hay espacio para repetir ganaderías que petardean temporada tras temporada.
¡Cuidado! ni la ignorancia ni los radicalismos han llevado a buen puerto a ninguna sociedad, tampoco sucederá así con la tauromaquia; decía la gran María Zambrano: vivimos tiempos de “anti”, en que sólo próspera y crece lo que se yergue negando otra cosa.
En efecto, sólo así pueden ocupar lugar en este mundo personas como el antitaurino holandés que se tiró al ruedo de la México y que fue derribado por el monosabio Carlos Cadena, quien le embistió por abajo como los toros bravos para impedirle continuar con su circo. Por ello, antes de que saliera el segundo de la tarde nos desmonteramos y le agradecimos con un saludo en el tercio. Sólo así es posible se encuentren inmersos en la fiesta ganaderos caradura que estén contra la bravura y crien mansos a los que luego quieren llamar “artistas” sólo porque en el mejor de los casos pasan un montón de veces; ese grado de ignorancia permite ahora nuestra fiesta, atribuirle cualidades únicamente humanas a los animales para justificar que no han hecho selección de bravura sino de mansedumbre.  Al tercio Carlos Cadena Duele mucho sentir ajeno lo que se ama porque ahora está en manos empeñadas en prostituirle, porque cómo es posible amar tanto algo y que otros no lo respeten; cala la monotonía donde antaño eran colores; la sangre corre impotente cuando mezclados el coraje y la tristeza ya no permiten gritar. Y sin embargo, la afición también tendrá que tirar del orgullo para exigir con más fuerza lo que por derecho le corresponde.
*Fotos: Humberto García "Humbert"
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