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Décima segunda y última novillada, sexta con
caballos, de la Temporada Novilleril 2017 “Soñadores de Gloria” en la
Monumental Plaza de toros México. En tarde despejada con intermitentes rachas
de viento, y con pobre entrada, se lidiaron seis novillos de Las Huertas. En cuanto a presencia los
utreros cumplieron a cabalidad, excepto quizás por el tercero, tan descarado de
cornamenta como feo de hechuras. En lo que respecta al juego, destacaron
primero, cuarto, y quinto: el primero fue encastado y boyante, y los otros
nobles y de buen estilo. El segundo de la tarde tuvo genio y peligro, el
tercero con poca entrega y recorrido, y el sexto embistió soso y anodino.
Actuaron los siguientes novilleros: José María
Hermosillo:
silencio tras aviso, y dos orejas. Juan Padilla: silencio tras tres avisos, y
silencio tras un aviso. Héctor Gutiérrez: palmas en su lote. Saludó en el tercio Diego Martínez tras parear al cuarto con lucimiento, valor, y
aguante por el terreno de los adentros. Antes de romper el paseíllo, se guardó un
minuto de silencio a la memoria de la figura aguascalentense Miguel Espinosa “Armillita”, fallecido esta semana.  El triunfador de las novilladas picadas Terminó otra temporada novilleril del coso
capitalino. Aquellos simpáticos seriales que en tiempos de pocas corridas fuesen soporte de la fiesta brava
en nuestra capital, hoy están más alicaídos y devaluados que nunca. Nuestra
temporada chica sobrevive en medio de un panorama devastador, pues se compone
de poco más que un espectáculo familiar, cuyos costes de operación seguramente
son imposibles de cubrir, y al que apenas asistimos los más rancios y perennes
diletantes del coso de Insurgentes. “Los que no nos quieren en nuestras casas”,
como diría el famoso Profesor desde su primer tendido de
sol. Vaya suplicio para los muchachos estrellar sus ilusiones contra un público
poco accesible, y para los aficionados aguantar un desfile de chicos que no
alcanzan a satisfacer sus criterios.
Lo realmente escandaloso de la situación es
el ostracismo del medio ante la situación de las novilladas en la Plaza México.
Y es que, aunque esta nueva empresa le ha echado mucha afición tomando mejores
decisiones de programación y de condiciones para ofrecer espectáculo, aún hace
falta ese empujón, ese pasito adelante, ese brío hacia afuera del medio taurino
que permita trascender una situación dramática que supera a la fiesta misma, y
a quienes estamos dentro de ella. No todo está perdido, Guadalajara ya lo ha demostrado
con su repunte de entradas, y en el ruedo han encendido la esperanza los
novilleros sin caballos que el próximo año estelarizarán los festejos con la
lidia completa. En esta ocasión fue turno de un triunfador de los festejos con
caballos de dar el batacazo. José María Hermosillo, primer espada, hidrocálido de
nacimiento, segunda tarde en la temporada que hoy finalizó, nos dejó una
muestra de qué pasa con nuestra novillería. Y es que antes de las emociones, el
aquicalidense se las vio con Rociero –n.
51, 441 kg.--, con el que el torero quiso, tuvo las herramientas técnicas, pero
acabó por quedarse debajo. El novillo era encastado, con acometividad y motor,
aunque con alguna tendencia a buscar lo que había detrás de la tela. Después de
un sobresaliente quite por cordovinas, Hermosillo comenzó su labor muleteril por
toreros doblones antes de torear por el derecho con la mano muy baja,
sometiendo y obligando. Sin embargo, después de probar por el lado izquierdo el
trasteo no fue el mismo. El espada perdió las distancias, y naufragó entre
división de opiniones del respetable. Mató de estocada tras cuatro pinchazos y
un aviso.  Rociero exigió, y Hermosillo estuvo decoroso El talento, pues, está ahí. Hace falta, no
obstante, el apoyo decidido para que nuestras promesas no sean eternas, sino
esplendorosas realidades. Un paso firme y decidido por ese camino fue la faena
a Pirata –n. 27, 439 kg.--, precedida
también de emoción en el quite, este por tafalleras, y remates sobresalientes en
redondo a una mano. El último tercio estuvo dividido, si cabe la expresión, en
dos partes, precedidas por el escalofriante inicio en los medios por pases cambiados.
En la primera, José María intentó enroscarse al toro, con la pierna de la
salida adelantada, echando para afuera, y rematando detrás de la cintura.
Naturalmente, el joven quedó siempre mal colocado e impedido para reponerse y ligar,
viéndose por momentos embarullado.
Pero Hermosillo echó pa’lante con su
solvencia, su oficio, su preparación, su cabeza y sus recursos. Como la faena
no podía quedarse en eso, el hidrocálido apostó por el terreno de toriles, y
allá se colocó mejor, obstruyendo menos el viaje del toro, pero insistiendo en
su concepto de cercanías. La gente respondió incondicionalmente a la entregada
propuesta del chico que sacó a la plaza del letargo de toda la tarde, y que sin
empacho se enroscó a Pirata por la
faja, ligando tandas no tan largas pero sí de mucho calado, soberbiamente
rematadas. Se podría objetar a la faena, quizás, un cierto encimismo, y el no
probar al novillo por el lado izquierdo. De cualquier modo, la rúbrica de un
soberbio espadazo, magníficamente ejecutado al volapié, unificó los criterios
en una sonora petición de oreja, que se materializó en el doble premio, apenas
protestado. Vox populi, vox dei, al
igual que en la sonora ovación a los despojos mortales de la res.  Pirata fue el novillo del triunfo Juan Padilla vino a ocupar un lugar al
cerrojazo quizás como alguna inocencia de su parte, o de su administración, o
de la empresa que le contrato. Y es que el joven regiomontano fue un muestrario
de verdor a lo largo de toda la tarde. Ello redundó en que el respetable le tuviera
poca paciencia mientras lidiaba a Geilito
–n. 87, 435 kg.--, un novillo con mucha guasa que le dejó barato al nobel
espada la osadía de ponerse delante de él. Escuchó tres avisos en medio de un
mitin contra el puntillero Erasmo
Fernández, que paró tres veces a la res.
El quinto, Brujo –n. 65, 442 kg.-, fue un novillo berrendo en cárdeno, lucero
y calcetero, que se dejó meter mano con nobleza. El de Monterrey volvió a lució
todavía más verde con el bueno, mostrándose incapaz de sacar los pases, y poco
maduro como torero. Eso no es ningún crimen, ni ninguna ofensa, ni nada por el
estilo, como bien lo manifestó la afición capitalina, que mediante gritos y
comentarios dejó bien clara la realidad, pero sin propasarse con el muchacho,
ni reventarlo. El cuestionamiento serio es ¿Por qué Padilla estuvo acartelado
en el cerrojazo “de triunfadores”, y no en otros festejos más acorde a su
rodaje?  Exhibieron el verdor de Juan Padilla al ponerlo en el cerrojazo Héctor Gutiérrez pechó con el peor lote en su
presentación con caballos en la plazota. Esperado
–n. 73, 427 kg.--, fue un novillo descompuesto, soso, y de mal estilo, con
el que no hubo acoplamiento posible. Tres cuartos de acero y dos descabellos
precisó el novillero para pasaportar a una res cuyo recuerdo solo mantendrán
las estadísticas. Por las mismas anduvo Soldado
–n. 65, 442 kg.--, de mejor desplazamiento que el primero del lote, pero
todavía más soso y anodino, acudiendo a los embites con la cabezota arriba. Lo
que más se agradeció de este turno, además de la voluntad de estar en la cara
del toro, fue la brevedad con los aceros: estocada casi entera un poco
perpendicular y a otra cosa mariposa. Palmas.
 Gutiérrez, sin opciones Terminó pues la segunda edición de “Soñadores
de Gloria”, y la enésima temporada novilleril de nuestro coso. Sueñan con
gloria en el ruedo, tal y como un buen amigo sueña en el tendido con el futuro
Valente Arellano que saque a la novillería del marasmo. Debemos soñar, también,
con el día en que en el medio taurino por fin nos pongamos las pilas, y generemos
las condiciones para que surjan los Felix Guzmán, los Joselillos, los Rodríguez,
los Capetillos, los “Güeros” Miguel Ángeles, y los Valentes, en vez de
esperarlos por generación espontánea.
Fotos: Luis Humberto García "Humbert".
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