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Tercera corrida de la Feria Toro en la Plaza de
toros “Conchita Cintrón” del Centro Caballar “Los Azulejos”. En tarde con muy mal clima, se lidiaron cuatro
toros de La Venta de Romero (1o, 4o, 5o, y 8o), y
cuatro de San Marcos (2o, 3o, 6o, y 7o). Muy desiguales
en juego y bien presentados, los primeros indefinidos y descastados, y los
segundos con mayor pujanza aunque de comportamientos igualmente variados. La
entrada cubrió aproximadamente un tercio del aforo de la plaza. Actuaron los
siguientes matadores de toros: Alfonso Hernández “El Pali”: silencio tras tres avisos, y oreja. Ernesto Javier Tapia “Calita”: oreja en su lote. Luis Manuel Pérez “El Canelo”: palmas tras aviso, y al tercio tras dos avisos. Angelino de Arriaga: silencio tras aviso en su lote. Destacó en varas el joven picador Daniel Morales. El festejo comenzó con una hora de retraso dadas las
arduas labores de reparación del ruedo. A partir del quinto toro, y tras un fuerte aguacero
que amenazó una vez más la viabilidad de la corrida, se omitió el segundo toro
de la lidia. Antes de romper el paseíllo se guardó un minuto de aplausos en homenaje a todos los fallecidos tras el sismo del pasado 19 de septiembre. Calita, al natural Contra viento y marea la Feria Toro ha echado adelante, con afición y a sabiendas de la
importancia de cumplir con lo que ofrecieron desde el primer día. Tal parece
que alguien –tal vez la fiesta brava, el destino, el universo, o la deidad-
decidió ponerle una prueba a la empresa de los festejos. Desde la reubicación
previo maltrato oficial hasta el maldito clima, pasando por la marejada de
suspensiones y los temblores, tal pareciera que la vida les ha impuesto a Jorge Benavides “Cúchares”, José Luis
Alatorre, Mario Llano, y todo su
equipo el coste de un fuerte tributo a cambio de echar pa’lante.
Para esta tercera corrida, que aglutinó los carteles
de la suspendida segunda y lo anunciado para la tercera, el gran handicap en
contra fue el clima. La paradisiaca ubicación de Los Azulejos, en un
paraje boscoso y serrano en medio del territorio que inmisericordemente
seguimos depredando, juega en contra de la realización de los festejos en esta
época del año, puesto que es la parte más alta y con la ecología mejor conservada
de una cuenca hídrica que desemboca en la inmensa presa Madín. Es decir, el
agua potable que se distribuye en esa zona de la mancha urbana proviene,
precisamente, de las enormes precipitaciones que se presentan en la serranía en
la que está enclavada la plaza de toros Conchita Cintrón. A la hora que llegó a la plaza el camión que
gentilmente proporciona la empresa para dirigirse sin problemas hasta Los
Azulejos el ruedo era un lodazal. Los arduos esfuerzos por solventar la
papeleta no lograban despejar la amenaza de la suspensión. El recurso del
aserrín, casi mágico para estas cuestiones, dejó el piso en condiciones de
echar pa’lante. Así, en punto de las catorce horas con dos minutos, finalmente
tocó el clarín, a pesar de lo cual los subalternos todavía salieron al ruedo a
despejar sus últimas reservas para liarse los capotes de paseo y partir plaza. Alfonso Hernández “El Pali” fue el primer espada, y firmó una actuación de
claroscuros. De entrada, el primer toro, de La Venta de Romero, bautizado Pepucho
–n. 6, 500 kg.- fue posiblemente el peor de la tarde. Acusó más que sus
hermanos la tendencia a huir y a desentenderse de la lidia, lo que claramente
frustró a Pali durante la mayor parte de la faena. Para más inri, caía una
molesta lluvia que revivía las incomodidades y dudas sobre si la corrida debió
darse o no. Hasta la última porción de la faena fue que el Pali estuvo firme
intentando hacerse del toro, sin lograr lucimiento. Con la espada se puso
pesado, y con el descabello armó un mitin, incluyendo dos veces en que la
espada salió volando al callejón. Escuchó tres avisos y se tapó en silencio. Ante la imposibilidad de devolver al toro por la
falta de corrales, el burel se intentó apuntillar en el ruedo entre mil
dificultades, hasta que la res por fin se dio por vencida y se echó. A
sabiendas de que este problema se puede presentar en los festejos, no sería
mala idea que la empresa optara por el uso de una pistola de perno de rastro,
que empleada de forma discreta y con ayuda de los carniceros desde dentro del
callejón finiquitara a los devueltos. Tomémoslo como una medida de emergencia
en virtud de las condiciones de la plaza, no como otra cosa. El Pali bajo la lluvia Con el quinto, nombrado Cúchares –n. 194- y del hierrro de La Venta de Romero, El Pali estuvo decoroso ante las
difíciles condiciones de un aguacero más serio, y ante el que las cuadrillas
intentaron detener el festejo. Los madrugaron con la salida del toro y
finalmente la corrida continuó entre el aguacero, con el Pali pisándole el
terreno a un toro faltó de casta como sus hermanos, y reticente a acometer.
Excepto por una muy buena tanda por derecha, el toro no volvió a acometer largo
y por abajo, sin que ello menguara el reconocimiento al esfuerzo del tapatío.
Mató de una estocada defectuosa pero bien ejecutada que le valió cortar un
apéndice. A partir de este toro se suprimió el segundo tercio de la lidia dadas
las condiciones del suelo.
Ernesto Javier Tapia “Calita” se llevó el gato al agua sin discusión. En primer
lugar se las vio con Tequilero –n.
51, 490 kg.- del hierro de San Marcos,
mismo que levantó esperanzas de salida con su brío y desplazamiento. Cuando
tomo el capote del Cala, fue menester que este le mandara, doblándose con él y
llevándolo muy toreado por abajo, templadito y obligándole a terminar el viaje.
El primero de dos remates fue excepcional, armando el primer escándalo de la
tarde. Tras de los dos puyazos que recibió cantó su tendencia a escupirse, ante
la que Calita presentó firmeza y cabeza de torero, porfiándole los pases
dándole la contraquerencia y templándolo en trazos muy largos. En un par de
ocasiones lo convenció de darle dos embestidas seguidas y el remate, bordando
los pases de pecho. Mató de estocada perpendicular tras pinchazo para cortar
una oreja. Calita con la mano derecha... El mexiquense redondeó su triunfo con
Coralino –n. 193-, también de los
potreros jaliscienses de la ganadería evangelista. El burel, que tampoco se
banderilleó, no tuvo un pase por el lado derecho, por el que era corto y
probón. Al natural hizo su trasteo Calita,
aguantando en el sitio, firme, pisando el terreno y pegando los pases de uno en
uno. Largos, templados, buenos, y cargados de la inventiva y personalidad de un
torero dispuesto a agradar, sin desmonterarse, detallitos con don de
espectáculo que sabe manejar muy bien para no caer en la payasada. Brindó al
público tras de cambiar el ayudado por los aceros, y se pasó la muleta a la
derecha para lidiar de pitón a pitón con lucimiento y poderío. Mató de
estoconazo tras pinchar y cortó otra oreja, que bien pudieron ser dos de no
errar al primer intento.
Luis Manuel Pérez “El Canelo” tuvo una actuación decorosa ante Toluco –n. 144, 488 kg.-, de San Marcos, un toro noble pero sin
recorrido ni transmisión, con el que el Canelo poco pudo lucir, no obstante
estuvo en el sitio haciendo su esfuerzo sin darle coba a la gente. Se tiró a
matar dejando un espadazo trasero y tendido antes de descabellar en dos
ocasiones, atinando en el segundo intento, mismo en el que hizo muy bien la
suerte. Lo de oficiar con el verduguillo lo tiene muy hecho, y lo hace
verdaderamente bien. Incluso se acercó al Pali como uno más de su cuadrilla
para ayudarle a mejorar su técnica ante la amenaza del tercer aviso. Chispazos del Canelo Abrochó su actuación lidiando a Don Luis –n. 718, 530 kg.-, un toro distraído y sin entrega al que
había que obligar a embestir mandándolo con la mano baja y alargando el trazo.
Cuando no se sintió podido, el torillo hizo lo que quiso en embestidas
descompuestas. El Canelo solo pudo
lucir por el pitón derecho por momentos, y en detalles muy toreros con el
capote. En el primer intento se tiró a matar larguísimo y se llevó un fuerte
golpe en el pecho, por el que toda la labor se complicó, recibiendo asistencia
de sus compañeros de cartel ante la pasividad de su cuadrilla. Escuchó dos
avisos antes de solventar la papeleta de nuevo con un muy buen descabello al
segundo intento.
Angelino de Arriaga tuvo una actuación gris en la que no lo acompañó la
suerte. Aroma –n. 138, 470 kg.- de La Venta de Romero, fue un toro suelto
con el que el Porris estuvo firme sin
lucir bajo la lluvia. Escucho un aviso tras pinchazo y bajonazo. Con el octavo,
Paisano –n, 18, 510 kg.-, Angelino consiguió pases sueltos
buscando conexión con el tendido de forma un tanto forzada. En esas se
desdibujó la faena hasta que las cuadrillas se hicieron cargo de la lidia entre
reclamos de su matador, que pasó las de Caín para tirarse a matar. Escuchó
palmas y un aviso. Angelino de Arriaga, sin suerte Así se cierran los carteles anunciados para la Feria
Toro, buena vitrina para nuestros toreros que ven muy pocos pitones. Para la
corrida de triunfadores ya están anunciados Pepe López, formidable revelación ya en edad madura, El
Calita, torero de personalidad, y El Pali que con su oreja se ganó
otra oportunidad con la corrida de La Paz, que cumple 50 años. Brandon Campos fue el otro torero que
dijo yo de entre los seis que actuaron. Ojalá que el clima sea benévolo y
podamos ver una corrida de toros en completo esplendor.
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