Con más de tres cuartos de entrada se han lidiado toros de Miura, de gran presencia y complicados en conjunto.

Rafaelillo, ovación, dos orejas y oreja

Antonio Puerta, pitos, silencio tras aviso y oreja.

Foto archivo

Cuando se presentó la corrida de Cehegín en honor a la Vírgen de las Maravillas allá por el mes de Julio, pronto se le bautizó como el acontecimiento taurino del año en la Región de Murcia, dos toreros de la tierra se acartelaban para lidiar una de las más prestigiosas ganaderías del campo bravo nacional, Rafaelillo, Antonio Puerta y Miura compartían un cartel muy del gusto del aficionado, del pueblo y de la prensa especializada, un cartel que había generado una gran expectación sobre el papel pero que debía pasar el exámen de la taquilla para obtener ese aprobado tan necesitado por todos.

Y en efecto así fue, tres cuartos largos de entrada confirmaban el éxito de la empresa y convertían la corrida de Cehegín en un auténtico acontecimiento, un oasis para el aficionado del sureste español, condenado año tras año al triunfalismo de las figuras de relumbrón y su monoencaste colaborador.

Para la ocasión Antonio Miura, que se dejó ver por los tendidos, eligió una gran corrida de toros, de gran presentación y complicadita, capaz de provocar esa emoción tan vital y a la vez tan escasa en la tauromaquía de hoy.

Sobresalió por encima de sus hermanos el tercero de la tarde, de nombre "Ballestero" al que incluso se le pidió la vuelta al ruedo, un toro que fue lucido en un gran tercio de varas en dos puyazos con gran aroma torista ejecutados por un Agustín Collado muy ovacionado en su retirada. Rafaelillo que había recibido al Miura con una larga cambiada muy aplaudida y una de tanta de rodillas, inició su trasteo con la muleta en dos series con mano izquierda, cerrada, la última, con un pase de desprecio de gran belleza para continuar, con la diestra ligando dos, tres y hasta cuatro derechazos antes de cerrar con un cambio de mano de pintura. Mató de estacada entera fulminante para pasear dos más que merecidas orejas.

A su tercero, un toro que a punto estuvo de rajarse de no ser por el oficio de Rafaelillo, también fue capaz de cortarle una oreja en una faena en la que tras tres tandas de naturales fue acortando distancias hasta finalizar en unos circulares poco habituales ante los Miuras con los que montó un lio en los tendidos. Dejó un estoconazo al segundo intento tras una estocada que hizo guardia.

Había comenzado Rafaelillo la tarde ante un toro flojo pero de malas intenciones con el que incluso fue prendido sin consecuencias y que brindó a su compañero Antonio Puerta y al empresario Alberto García, una faena en la que quitó por chicuelinas y tuvo que tirar de maestría para convertir la peligrosa flojera de su oponente en una obra de cierta emoción culminada con una estocada de efecto tardío.

Salía Rafael Rubio por la puerta grande y ponía rumbo a Arles para lidiar mañana un desafío ganadero entre Miura y Baltasar Ibán, en tres días Rafaelillo, habrá lidiado tres José Escolar (ayer), tres Miura (hoy), y otro Miura y un Baltasar Ibán (mañana), si esto no es una figura del toreo, no se quien lo puede ser, y lo digo por el empresario que usurpa la plaza de la capital de la Región y organiza su feria, una feria que según comenta dicho empresario, reúne a las "máximas figuras del toreo", y que no cuenta con la máxima figura local de la historia de Murcia, Rafaelillo, Ángel Bernal se llama el empresario, no lo olviden.

Completaba el cartel el torero local Antonio Puerta,que se mostró superado e intranquilo toda la tarde, el primero con que él abrió tarde puso en apuros a toda la cuadrilla en los dos primeros tercios hasta tal punto de convertir los tercios en una lidia inversa en la que medir la capacidad de la cuadrilla. Antonio Puerta, desconfiado e incapaz en el tercio de la muleta se fue directamente a por la espada lo que provocó una ruidosa división de opiniones entre paisanos y aficionados, en los que el sonido de viento de los segundos se hizo más evidente.

Con su segundo Miura, que derribó en varas, Antonio Puerta intentó sacar algo en claro, pero se mostró de nuevo superado ante tanto guadañazo y derrote.

Fue en su último toro cuando la generosidad y el cariño de sus paisanos conjugados con el puntito de nobleza del Miura le permitió a Antonio Puerta cortar una oreja tras un justo trasteo en la que solo ultilizó la diestra y mató al tercer intento.

En definitiva una gran tarde de Miuras y de emociones, que deja bien claro que en Murcia la afición más torista y menos festivalera tambien está presente, sobretodo para agradecer a la empresa, Tauroemoción, su gran apuesta por la diversidad.