De blanco y plata volvió Juan del Álamo a Madrid para marcharse así Así vio morir a su primero en el que a la faena le pidieron las dos orejas Así había toreado al natural El Cid a diestras se reconcilió, en parte, con Madrid Para Adame no hubo nada, solo desdén No sabemos si lo pidió Juan al entrar o luego volvió a dar las gracias
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