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La corrida escondida del abono, Rehuelga, que a muchos les sonaba como una ganadería exótica, siendo una de las partes en las que se dividió la de Joaquín Buendía. Con muchos claros en los tendidos, que este año se están notando más en las corridas toristas, asistimos a una casi impecable presentación, el casi es porque no se lidió completa la corrida, de cinqueños bien rematados, bien puestos de pitones y de volúmenes diferentes como es inevitable en una ganadería corta. Liebre se llamaba el quinto toro, con 647 Kg en la tablilla, que acudió con presteza y nobleza aunque sin excesiva fuerza, al caballo en las tres ocasiones en las que lo colocó Alberto Aguilar, quien a la postre le costó dominar al toro quizá por la cornada envainada que le produjo al tercer pase de muleta. Toros serios, con los que había que estar pendiente con los cinco sentidos, pues su nobleza se podía convertir en un problema en caso de descuido, pero que seguían la muleta sin problemas, en algún caso como el sexto, con extraordinaria calidad y en todos los casos con el interés de la casta que tanto echamos de menos en las corridas de las figuras. También el tercero fue notable, mientras que segundo y cuarto tuvieron interés suficiente para redondear una buena corrida. La vuelta al ruedo al quinto pareció premiar a toda la corrida en el toro que tomó tres varas, aunque como todas las decisiones presidenciales son erráticas y excesivamente caprichosas.  Alberto Aguilar con 'Liebre' Alberto Aguilar estuvo serio y capaz con el quinto, Pérez Mota demostró ser un torero preocupado por el trazo de los pases pero con limitaciones a la hora de mandar a los toros, y Robleño se llevó el peor lote.
En los tendidos nos felicitábamos con este reencuentro con la casta de una ganadería que difícilmente puede sacar una corrida para Madrid e hicimos extensiva dicha felicitación al mayoral de la ganadería con una cerrada ovación de la afición. Foto: Muriel Feiner
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