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 Las criolinas del Bautista Con lo preparados que iban algunos a la plaza, cartel de primor primoroso, que hasta se pusieron las mejores galas, que los inválidos de Núñez del Cuvillo lo merecían, daba igual la ausencia de casta, la caricatura del primer tercio, era tarde postinera. Juan Bautista no contaba y no contó, iba de relleno. Talavante sí, pero tampoco, en nada recordó su última tarde. Y Roca Rey, con su guapura, su simpatía, su palmito. Verán cuándo aprenda a colocarse en el ruedo y a torear, haciendo algo más que el que el toro pase, entonces habrá que vestirse como para ir de boda. Menos mal que entre tanta sed, al menos un quite por criolinas o gallosinas o cómo sea, de Juan Bautista, nos hizo añorar aquel dos de mayo y a los toreros que toreaban de verdad y con la verdad. Para aquellos sí que había que ponerse de tiros largos, solo por ellos merecía la pena sacar hasta el traje de los domingos.
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