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A Noctámbulo no le debería ir aquello de las cinco de la tarde dado su comportamiento. Era basto y sin hechuras, tapado por los kilos. Sin demasiado celo embistió en el capote de Curro Díaz; menos aún en el caballo que tiró cornadas para todos lados. Midió mucho en el capote durante la brega y apretó para adentro en banderillas. Soso, sin recorrido en la muleta por ambos pitones. Manso con título, amoruchado.
Lingotazo fue protestado de salida por falta de trapío y después devuelto por inválido. Corrió turno Fandiño y saltó Novelero, un chorreao, con cara, pero poco remate. A relance tomó una vara dejándose, simularon el segundo puyazo. Fácil de parear. En la muleta aceptaba la larga distancia y se ponía arisco en la corta, cabeceaba. Soso, aunque noble, deslucido y sin gracia, fue su comportamiento.
De pocos kilos, pero ofensivo por delante, enseñaba dos agresivos pitones era Lustroso, el tercero de la tarde. Fue protestado razonablemente, muy bajo de presencia para esta plaza, los hubo peores. Protestó mucho en la primera vara haciendo sonar el estribo; la pelea en la segunda fue buena, empujó por derecho. Cortó y apretó para tablas en el segundo tercio. Dos tandas de embestidas claras brindó antes de empezar a cortar el recorrido y salir con la cara alta en el tercio final. Le faltó buena dosis de casta en la muleta de Mora, por lo que no tuvo entrega. Fue de más a menos de manera vertiginosa Lustroso, que eso sí, tenía lustre.
El cuarto respondía a Chispero fue un toro con mucha plaza, tocado de pitones y una bella capa salpicada. Badanudo. Tomó el primer puyazo en el de puerta, cumplió en varas y fue fácil en banderillas. Noble y flojo llegó a la muleta. Pronto se desentendió y se apagó sin dar posibilidades a Curro Díaz. Vacío de casta y comportamiento de tiro. Entre éste y su hermano Acobardado se podía haber montado una buena yunta.
Un pavo con menos casta que una burra Acobardado acobardó. Un pavo con toda la barba, veleto, lucia dos velas imponentes. Un toro de pitón a rabo. Hizo dos regates a Fandiño de salida como reparado de la vista. Fue de los mansos de libro en el caballo. Escarbó cuando y cuanto quiso. Tiró la cara arriba para quitarle el castoreño al picador. En banderillas sembró el terror y a punto estuvo de herir a Víctor Manuel Martínez... Y el pánico en el último tercio. Manso descastado, probablemente con algún problema en la vista, lo de la falta de casta, certificado. Una prenda. ¿Quién dijo que no hay quinto malo? Los hay hasta peores.
Muy terciado, cornillano, lavado de cara. Sin trapío. No hizo buena pelea en varas, se repuchó de la segunda. Se movió en banderillas. Llegó alegre a la muleta, tuvo repetición y codicia a derechas y bajó el fuelle por el izquierdo. La casta le duró poco. Helénico fue manejable y le regaló una oreja a David Mora.
Los de El Montecillo han tenido fachada pero les ha faltado bravura; a los de Parladé las dos cosas. Así no vamos a ninguna parte.
Foto: Lasventas.com
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