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Curro Javier mimando al segundo Fuente Ymbro En una tarde de toros puede caber todo, los caprichos de una
terna que se creen tocados por la varita divina del hada madrina del toreo y se
mueven por una plaza como si todo se les debiera; Fandi enfurruñado por no
permitirle poner un par más a toro muy, muy pasado o porque no le regalaran un
despojo por malbaratar a un buen toro para la muleta. Perera con su
contrariedad sempiterna, porque el personal no se entrega con ese toreo pesado
y vacío; y Garrido, pues que no acaba de saber qué quiere ser de mayor. Le
dijeron que artista, pero… Las carreras de un Fandi veloz como ninguno y de sus
tres compañeros entre muletazo y muletazo. El lidiador fue Curro Javier, que
trató con exquisito mimo al segundo, con capotazos medidos, precisos y
eficaces, lo justo para que su matador hiciera algo más que eternizarse con la
pañosa. Con lo “colaboradores que fueron algunos Fuente Ymbro, no para los
picadores, que ni se estrenaron, pero sí para que coincidieran esos caprichos,
carreras y un lidiador.
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