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Los malotes de Madrid se recrearon con la imagen del toro Así no puede ser, con este público de Madrid, ignorante, cegato, rencoroso, caprichoso, que no sabe captar las quintasesencias artísticas de los tramposos, vulgares e incapaces señores que tienen que sufrir durante la feria de su pueblo, de su plaza. En otros pueblos, en otras plazas, igual son más sabios, amables y generosos, pero en Madrid no. No han sabido entregarse a la insoportable vulgaridad de Juan del Álamo, con esos toques de soberbia; no les ha llegado esa monotonía de los pases apelotonados de Fortes; ni tan siquiera les ha conquistado la simpatía de Román. Quizá no deseaban nada de todo eso y solo esperaban ver torear de verdad, sin la aparente bisutería de los que se dicen artistas, ni el destoreo de los mediocres. Madrid se entregó al ver asomar el último de la tarde, al menos podía pasar por toro. Pero los culpables de todo este desbarajuste es el público de Madrid, y seguro que los habrá que se lo quieran creer, pues que se sigan engañando y siguen con su letanía y es que, qué malos son en Madrid.
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