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Diano fue un semental de Ibarra, con el que se inició la transformación de la ganadería de D. Vicente Martínez, de toros jijones de Colmenar Viejo, en una ganadería más moderna y acorde con los tiempos de predominio del toreo de muleta. Cuentan que tras la cruza, en dicha ganadería se daban los berrendos aparejados, que se llegaron a denominar berrendos Martínez. La mezcla de los viejos jijones con los modernos vistahermosas de la línea que daría origen a los santacolomas, parece que ha tenido una continuidad, casi cien años después, en el toro Escandaloso-97, berrendo sin ser aparejado, acapachado de cuerna y fino de hocico, características de los viejos ibarras, aunque con más pecho y hondura como corresponde a los domecq.
Curro Díaz citando con la izquierda a 'Escandaloso-97' Todo esto para decir, que Escandaloso-97 fue un toro bravo, el único del encierro, que apretó en varas metiendo los riñones con mucha casta y llegó a la muleta con fuerza suficiente para una gran faena. Curro Díaz que no se acopló en su célebre primera serie, abundante en pases cambiados, que tantos éxitos le ha dado en otras ocasiones, intentó torear por el pitón izquierdo del toro, el bueno, sin llegar a apretarse, mandar, ni conducir con donaire la embestida. El resto de la corrida se perdió entre toros mansos, de mejor presentación que hechos, dudas de los matadores, espadazos que rozaban lo punible, desde el bajonazo de juzgado de guardia a la atravesada inmisericorde que no cabía en la anatomía del toro y pocas alegrías en los tendidos.
Ni siquiera la banda se atrevió a abrir el paseíllo del día del patrón con “Por la calle de Alcalá”, que dejó para después del sexto toro, cuando la gente aburrida abandonaba los tendidos pensando en acabar cuanto antes. Definitivamente San Isidro es un santo más de bueyes que de toros bravos.
Foto: Muriel Feiner
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