|
Un imprevisto me impidió realizar ayer mi tarea en la tarde, a la vez que pido disculpas, deseo que de aquí al final de feria no vuelva a tener que dejar de hacer algo que me entusiasma. Dicho esto vamos al “toro”.
Más basto que serio era el primero de la tarde, aunque de suficiente presencia; algo cuesta arriba. Empujó con un solo pitón y arriba en varas, igual que había embestido en el capote de Eugenio de Mora. Repitió echando la testa por las nubes en banderillas. Su falta de casta le hizo rápidamente pensar en toriles, fue manso, soso y de poca entrega. De nombre Bajeza. Fue arrastrado con “música” de viento.
Alto de agujas, astifino y de desarrollada papada presentó el segundo de la tarde. Feote en conjunto. Se durmió en la primera vara y escarbó antes de repucharse de la segunda. Se dejó en los quites sin mostrar brillantez. Se había dejado banderillear y después también lo hizo en la muleta, fue y vino sin crear emoción. Otro manso descastado, en este caso colaborador, en el que Morenito estuvo por encima de él.
A Carroñero respondía el tercer bicho de la tarde, tocado de pitones y muy serio por delante, lleno, aunque de menos peso que sus hermanos. Protestó e hizo sonar el estribo. Escarbó mucho durante los tres tercios. Regateó hasta cuatro veces al montado antes de emplearse con fijeza. Como buen manso se dolió y apretó para los adentros en banderillas. Llegó a la muleta de Román, además de descastado, incierto y desclasado. Tres de tres... mansos.
Garrochista cambió el pelo pero no la tónica de la corrida. Era castaño de reseña, sus hermanos anteriores negros. Basto de hechuras y más basto embistiendo al capote de Mora. Se empleó bien metiendo los riñones en la primera entrada, mucho menos en la segunda. Fue tardo en banderillas. A la muleta llegó con un calamocheo imposible de gobernar. No dio posibilidad alguna a Eugenio de Mora. Pues cuatro de cuatro. Así iba la tarde.
 Cetrero, el toro de la tarde El quinto lucía una bella lámina salpicada y respondía a Cetrero, repitió en el capote y se arrancó de largo en varas sin pelear en exceso. En banderillas se empezaba a cumplir la sentencia de no hay quinto malo, se arrancó franco y de largo. En la muleta de Morenito tuvo alegría, se vino de largo pero le faltó entrega en la distancia corta. Quizá le faltará firmeza de aplomos. Fue manejable y repetidor, le faltó casta, y, sobre todo, fortaleza para embestir con los riñones. Aplaudido al arrastre.
Feo fue el sexto, alto de agujas y cortó de cuello. Repitió al capote no con demasiada entrega, pero dada la tarde, algo era algo. Cumplió en un puyazo. También huyó en banderillas yéndose a toriles; y más tarde de los estatuarios de inicio de Román. Manseó en la muleta embistiendo tardo, bronco y escapándose de la suerte siempre que pudo, para acabar apencado en tablas.
Esperamos mejoría...
Foto: Muriel Feiner
|
|