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La tierra prometida del toreo con riesgo, dominio y emoción parece un espejismo del desierto. Algunos la vislumbran en las suaves maneras de un artista como Curro Díaz, en la capacidad de un reaparecido veterano como Antonio Ferrera, en la decisión inquebrantable de una añeja promesa como Paco Ureña, o en un inquebrantable Rafaelillo, aunque todos aparezcan muy difuminados.
Antonio Ferrera, de momento, lidia de todo Los más optimistas confían en las nuevas promesas encabezadas por Roca Rey, escoltado por López Simón y las esperanzas de los emergentes Garrido, Marín, Lorenzo, aunque parece que tienen mejor imagen que contenidos.
Las figuras no cejan en su empeño de controlar el negocio, manteniéndose, eso sí, a distancia de Madrid donde siempre se les piden cuentas, por lo que van a pasar de puntillas todos salvo Talavante.
Los tiempos están revueltos y los modos del nuevo empresario han conseguido sacudir la rutina, detener la inercia decadente aunque sin propiciar un cambio real.
La afición parece esperar un mesías, que sacudiera los cimientos de un sistema claramente decadente, que sólo convence a la media docena que sacan réditos del mismo. Un mesías que propiciara los ansiados cambios en los carteles, que combinara las figuras con los emergentes y con los toros interesantes y variados.
Un mesías que demostrara que los toros hoy no son bravos, sino nobles y que la emoción requiere de la casta y no de la nobleza. Claro que los mesías se resisten a aparecer y cuando se vislumbra alguno resultan ser falsos vistos más de cerca. Quizá no sea necesario un mesías, cuya espera siempre parece paralizante y tengan que ser los aficionados los que se encuentren, si no con un apocalíptico mesías, con otro de los grandes profetas que como Antoñete, Rincón o José Tomás le han antecedido.
Ya es hora de que el toreo limpie el obsoleto y decadente sistema que le hace arrastrar su decadencia y propicie un espectáculo, donde la gloria se alcance mediante el riesgo frente a un toro encastado, resuelto con la mezcla de técnica, valor y arte de cada torero.
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