Con un cuarto de entrada se han lidiado novillos de Hermanos Sánchez Herrero, de juego desigual. Se guardó un minuto de silencio por el reciente fallecimiento de Palomo Linares.

Tulio Salguero, silencio en su lote

Álvaro García, silencio en su lote

Daniel Menes, silencio tras aviso y vuelta.

Daniel Menes con la diestra

Una solitaria vuelta al ruedo para el madrileño Daniel Menes. Y aquí debería terminar la crónica de hoy, ya que como se dice en Cataluña, el festejo, res de res. Poco o mejor dicho casi nada digno de mencionar o destacar de éste primer festejo de la mini feria de la Comunidad de Madrid, en que se estrellaron ambos dos; es decir los utreros salmantinos de los Hermanos Sánchez Herrero, descastados y desrazados. La terna por el comportamiento de las reses también se estrellaron, el público muy escaso en la dura y hoy fría piedra, pasó mucho frio ya que el viento gélido sopló de lo lindo en casi toda la tarde amen de la garua que cayó al principio de la novillada.

Digno de mención el minuto de silencio guardado por el Matador Sebastián Palomo Linares, fallecido hace muy pocas fechas, otra mención especial fue la interpretación por la banda de música del pasodoble en honor de Palomo en dos ocasiones, un aplauso para el Maestro D, Francisco García por su logrado acierto.

Con buenas hechuras, con pelajes distintos, discretamente armadita, con un peso medio de 497, el encierro descastado y desrazado, el más potable el primero, el cuarto un marrajo y con peligro poniendo en apuros al espada de Badajoz Tulio Salguero. Derribaron a la cabalgadura el lidiado en cuarto lugar como también lo hizo el quinto. Con silencio se fueron cinco de los seis camino del destazadero y el quinto pitos en el arrastre.

Con este material poco o casi nada podían hacer los chaveas, pocas oportunidades tuvieron de lucimiento.

Lo más destacado de Salguero en su primero, el largo forzado de pecho tras una tibia tanda de naturales y una buena estocada tras el pinchazo sin soltar en el primer envite. Silencio en los tendidos. Ya de salida el cuarto dio problemas, tanto en el capote como en el tercio de varas, esperó con peligro en banderillas, arreó y punteó en el tercio final, hay que destacar la voluntad y el valor que le echó el extremeño que insistió con tesón arriesgando mucho, tomó el estoque y habilidosamente le metió la mano dejando una estocada que se hundió en sus tres cuartas partes, teniendo que utilizar la espada de cruceta acertando al primer golpe. Otro silencio.

Quizás el peor lote, que ya es decir, le tocó al novillero de San Sebastián de los Reyes, Álvaro García; su primero un manso de principio a fin. Nada con el percal, su labor fue más bien deslavazada, tras algunos intentos con la muleta, el chaval se desfondo y pidió la tizona, dejando una estocada entera que tumbó al utrero, lo mejorcito de su quehacer. Silencio. El quinto, segundo de su lote siempre fue a su bola, buscando la salida. Embistió a media altura en el capote; con la pañosa simplemente se lo sacó fuera de rayas, pero pese a esos primeros pases no logró sujetarlo, surgieron algunas protestas en las gradas del tendido 7. El novillo se entableró y en esos terrenos poco propicios, entro a por uvas y lo cazó tumbando a su oponente. Silencio.

Un utrero rajado fue el primero del lote de Daniel Menes, estuvo aseado con el capote toreando genuflexo por verónicas. Cogió los trebejos y brindó al cielo, se sacó al novillo a las afueras, sopló el viento con cierta fuerza no permitiendo que el espada asentara las zapatillas, luego logró dos redondos diestros de buen tono que se aplaudió su buena disposición, lo intentó al natural, pero el utrero se rajó definitivamente, desanimado a por el arma toricida, unas manoletinas apretadas de epílogo que sí que llegaron hasta la concurrencia. Se perfila y pincha sin soltar, luego una estocada casi entera pero trasera y tendida que hizo pupa. Silencio. El novillo que cerró el festejo, en un principio humilló en la capa, pero luego sus embestidas fueron rebrincadas. Estimable fue el comienzo de faena, mejor aún los redondos diestros, por ello las palmas afloraron, posiblemente hizo lo mejorcito de tarde tan desapacible, unas manoletinas ajustadas como final de labor y una estocada baja que surtió efecto. Ligera petición que se saldó con una vuelta al anillo.

Tras dos horas y quince minutos de festejo y ateridos de frio a casita que está más calentita.