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26/03/2017
  (Ciudad de México) Fabián Barba tocó pelo y Gerardo Adame resultó herido en el deslucido tercer festejo de Cuaresma en la Plaza México
 
Firma: Jorge Eduardo
 
     
 

Tercera corrida de la Feria de la Cuaresma de la Monumental Plaza de toros México. En tarde lluviosa y con viento durante el primer toro, pero que mejoró el resto del festejo, se apersonaron unas mil quinientas personas en los tendidos del embudo para ver la lidia de seis toros potosinos de Marco Garfias. La corrida fue muy bonita de hechuras, con edad a todas luces, pero dispareja de trapío. En cuanto al juego, la corrida tuvo sus matices: el primero fue exigente y desclasado, el segundo de mejor estilo, el tercero reservón pero toreable, el cuarto no se dejó meter mano, y el sexto fue un toro de mucha calidad. Los últimos dos fueron lididados por Fabián Barba y José Murillo según determinó el jurado de las porras. Actuaron los siguientes matadores de toros:

Christian Aparicio: palmas, y pitos en el que mató por Adame.

Fabián Barba: oreja, y pitos tras dos avisos.

José Murillo­: al tercio con protestas, y silencio tras dos avisos.

Gerardo Adame: herido.

El matador aguascalentense Gerardo Adame sufrió dos cornadas, una en cada muslo, ambas en la cara posterior. La de la pierna izquierda, segunda que recibió, fue visiblemente más grande que la del otro lado. En breve el parte médico completo.

Gustavo Campos fue llamado al tercio e invitó a saludar Gilberto Aragón por la actuación de ambos con banderillas en el sexto toro. Campos también bregó sobresalientemente al tercero. De entre los piqueros destacaron Omar Morales y Guillermo Cobos haciendo sangrar a tercero y cuarto respectivamente.


Barba sumó una oreja más

Fabián Barba tocó pelo y Gerardo Adame resultó herido en el deslucido tercer festejo de Cuaresma en la Plaza México

Gran escándalo y encarnizado debate levantó a lo largo de la semana el juego de la corrida de Piedras Negras. Una posición un tanto extraña, defendida entre otros por varios profesionales taurinos, defendía que aquella corrida fue todo genio y malicia, incompatible con un espectáculo que no sea una carnicería. Algún colega de los medios taurinos señaló la saña con la que los malévolos ganaderos tlaxcaltecas seleccionan a su ganado para no poner las cosas fáciles para los toreros (y quizás le faltó agregar que, además, con esta maquiavélica jugada les roban el show).

Una corrida que no se comió absolutamente a nadie despertó toda esta serie de comentarios de difíciles de digerir, pues hirió a un matador simplemente porque así son los toros. Algunos comentarios tuvieron toda la legitimidad del mundo, aunque recrudezcan el divorcio y el antagonismo entre aficionado y profesional, y algunos otros surgieron desde un cierto hedonismo taurino. Uno que no tiene cabida considerando la trascendencia y la gran responsabilidad que implica el sacrificio decoroso de un animal muy especial.

Este domingo, pues, los herederos de Marco Garfias enviaron otra corrida al embudo capitalino que no fue ningún paseo por la pradera para los toreros. Los toros que hicieron por herir lo hicieron con vehemencia, sin mentir en sus intenciones, y ofreciendo bastantes problemas. Por su parte, los toros que permitieron el lucimiento invariablemente lo hicieron con menos acometividad, con menos transmisión, y dependían ampliamente del desempeño de toreros muy parados. En consecuencia tuvimos una tarde de sobresaltos, sustos, y hasta frustración con breves lapsos de buen toreo, pero no de protagonismo del toro.

No obstante que considero que encierros como el de este festejo tienen todo el derecho de venir a México con toda legitimidad, el desconcierto vendrá cuando echemos de menos las publicaciones resaltando todo lo terribles que son estos toros. Este hierro, como aquel, exigió, hirió, tuvo toros mejores, peores, y regulares, a algunos les permitió lucir y a otros no. ¿Qué tuvo esta que no tuviera aquella? No podría decirlo, ambas fueron corridas de toros con todo lo que ello implica. ¿Por qué no se quejarán esta semana como lo hicieron la anterior? Vaya misterio...

José Murillo tuvo oportunidad de mostrar sus cualidades con el capote con los dos toros de su lote. Al primero, Nazareno –n. 9, 488 kg.-, le instrumentó un bello quite por gaoneras, que remató con lucida revolera y sabroso adorno por abajo a una mano. Con la muleta optó por el toque violento con muleta retrasada para meter a la muleta, sin mucho éxito, a un cárdeno probón y con tendencia a revolverse. Los mejores momentos llegaron a echarle los vuelos de la muleta a los belfos al de Marco Garfias, algunos buenos naturales sueltos. Mató de un bajonazo y retiró entre palmas.


Murillo, buen capotero. Con la muleta hizo poco

Tras de esta actuación se hizo acreedor a lidiar al cierra plaza, el colorado  Cófrade –n. 5, 512 kg.-, un toro con mucha calidad y repetición, fijeza y humillado. El toro, muy en tipo del toro de Garfias, permitió el lucimiento de Gustavo Campos que se gustó en dos pares de banderillas sensacionales. En lo que respecta al matador, éste calentó el cotarro en un magnífico recibo por lances, de brazos desmayados y temple superior, aunque ensuciado en el remate. El quite, por tafalleras, no se quedó atrás, ni su remate por revolera cambiada que levantó al público de sus asientos. En el último terció quedó la impresión de que Murillo perdió la distancia y tuvo dificultad para templar, mandar, y ligar, por lo que el trasteo quedó en detalles sueltos ante un toro que parecía de lío gordo. Mató de buena estocada y el puntillero levantó a la res un par de veces para que el matador se retirara en silencio.

Reapareció en la capital Christian Aparicio, quien se las vio con Capirote –n. 4, 559 kg.-, un toro claro y suave, aunque un tanto soso y acabando con la cara arriba. El capitalino pudo recrearse por el pitón izquierdo, disfrutando de torear y transmitiendo esa sensación al tendido, inteligente y extrayendo pases de a un toro que se apagó poco a poco. Menos pudo hacer por el derecho, aunque el climax de su labor llegó precisamente por ese lado, ligando un derechazo con el forzado de pecho. Sufrió también un tropiezo en el que quedó de manifiesto la mala situación de una de sus piernas. Se tiró a matar con muchas precauciones, dejando dos estocadas terribles antes de dos descabellos, mejor ejecutados que los volapiés.


Aparicio, gustándose como pocas veces en esta plaza

Fabián Barba le cortó la oreja a Costalero –n. 11, 539 kg.-, tercero de la tarde, al que lidió con calma y cabeza, disponiendo con tranquilidad del tiempo, y buscando los mejores terrenos y distancias, sobando hasta lograr las embestidas de un toro que tardaba en decidirlas. Así, después de muchos detalles sueltos, el hidrocálido pudo, finalmente, ligar pases templados y muy toreros, que enardecieron a un público que le respeta y le espera desde hace muchos años. Lo logrado en el último tercio halló sustento en la gran brega de Gustavo Campos en el segundo tercio, en el que puso orden a una lidia que el matador Barba había llevado sin mucha fortuna. Mató muy entregado de estocada caída y cobró el único trofeo de la función.


Barba con el primero de su lote

Con justicia calificó el ojiverde para lidiar a uno de los toros-premio en el toril. Clarinero –n. 8, 484 kg.- fue un cárdeno que apunto cosas interesantes de salida, pero que se vino abajo tras la desastrosa pica que padeció, con un puyazo en una nalga y doscientos refilonazos por aquí y por allá. En el segundo tercio puso a las cuadrillas peor que de cabeza, y peor que cualquiera de los seis toros que se lidiaron ocho días antes y que tanto molestaron a varios de ellos. Total, que para cuando el toro llegó a las manos de Barba, entre sus defectos y los de la lidia, ya era muy distinto al que salió por toriles, y le permitió torear brevemente a la verónica. Su labor fue totalmente cuesta arriba, con apenas algún buen momento suelto, y un mitin con los aceros para escuchar dos avisos.

Gerardo Adame pasó las de Caín con el cuarto de la tarde, Cófrade –n. 5, 512 kg.-, un toro terciándose y buscando al torero que le significó un acertijo que no pudo resolver. En más de un momento quedó a merced del toro, y, tras un aviso en el terreno de los medios, finalmente vino la certera voltereta un poco más hacia la querencia. Adame citó para rematar con el forzado una tanda por el lado derecho, el toro se desentendió absolutamente del engaño y buscó el bulto con todo descaro, asestando la primera cornada en la parte trasera del muslo derecho. Cófrade proyectó a su pretendido matador por los aires y lo recibió con el otro pitón con una precisión escalofriante.

Ahí vino el cate más grande. Eternos segundos con casi todo el pitón dentro de las carnes, macabra remembranza de Pozoblanco que le puso los pelos de punta a más de uno. Sabor a tragedia, sabor a sangre, sabor a episodios oscuros, consecuencia del irremediable miedo que provocan las escenas de cultura taurina tatuadas a hierro en las mentes de muchos. Muchos, incluyendo a los que, por aquellos entonces, no figurábamos ni en la macabra prosa del plan divino, que según los padres de la iglesia supera toda comprensión del hombre. Pero lo terrenal poco a poco reubicó al inconsciente y sus miedos, obligándole, antes que nada, a procesar lo visto: la cornada fue en la cara posterior del muslo y con el torero prácticamente recostado, lo que reduce las posibilidades de que las trayectorias apuntaran hacia las zonas más comprometedoras de la extremidad. El propio torero pareció tomarlo con más calma que los espectadores, lo que ayudó a relajar las alarmas y comprender mejor la magnitud del cate.


Vaya cornada

Así, pues, sabemos que el tabaco es muy grande, y que cuenta con varias trayectorias. Según las informaciones que se han ventilado desde el hospital, se trataría de una cornada de las conocidas coloquialmente como “limpias”. Sin embargo, ya entrada la madrugada, no disponemos de un parte médico validado por el equipo médico del Coso de Insurgentes. Por lo tanto, no estamos en condiciones de proporcionar ninguna información oficial que descarte cualquier afectación a estructuras importantes, aunque se la informaremos a la brevedad en esta casa informativa.

Se aproxima el cerrojazo definitivo de la temporada de corridas de La México con un cartel cuya confección está por realizarse. A pesar de lo acotado de los prospectos, los días de incertidumbre previos a la decisión siempre levantan expectación. Ojalá que se obre con la mayor de las justicias por el bien de la fiesta brava. Para que ello suceda será muy importante que prive el criterio taurino sobre cualquier otro para determinar quiénes matarán la corrida de San Marcos, que muy seguramente será difícil y exigente. Deseamos pronta recuperación al torero herido, y mucha suerte a quienes partan plaza el próximo domingo.

*Fotos: cortesía de La Plaza México (1-4), y Ángel Sainos (5).

 
     
   
     
   
     

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