Yo me celebro y yo me canto,

Y todo cuanto es mío también es tuyo,

Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.

Walt Whitman

Creo en la fiesta por su bravura, no sólo por las anécdotas que cuentan mis mayores, no me he hecho creyente únicamente con base en libros, creo porque en el camino he visto toros bravos. Lo cierto es que nunca había visto seis toros, seis; íntegros, armónicos, vaya que parecían hechos a mano y, lo más importante, una corrida donde más de la mitad tuviese emotividad, esa transmisión única de un bravo.

El regreso de los toros del corbatín

Como varios, pertenezco a esa generación que cuando Piedras Negras lidió por ultima vez en la México, aun no tenía conciencia de lo que era la tauromaquia. Ahora han pasado muchos toros de estar metida en este berenjenal e intentar conocer qué es eso que le da nombre a nuestra fiesta. La plaza de toros es un escenario que nos permite ver cómo el animal saca su instinto y pelea por su vida, observándole entendemos lo maravilloso del toro bravo, así aprendemos a adorarle.

El domingo pasado la adoración de años y el sueño de ver seis toros, seis, lo materializó el ganadero Marco Antonio González Villa al deleitarnos con un encierro magnífico; utópico es pensar en que los seis fueran excelentes, por ejemplo Ranchero #493 con 465 kg fue un manso deslucido aunque muy noble y Manda más #517 con 465 kg se echó al final de la faena pero también es verdad es que tenía mucha suavidad al embestir y que quien lo lidió esperó muchísimo en tomar los trastos, (lidiados en 3º y 6º lugar respectivamente). 

Sin embargo los hermanos dieron la nota. Fue un auténtico deleite ver cómo salían con la casta de la casa, escuchar el aplauso sincero a la salida de: Legendario #503 con 481 kg un toro que tuvo cierta compilación pero era pronto, una muleta con mando bien pudo hacerle una faena y la concurrencia se dio cuenta pues le sonó las palmas en el arrastre; luego vino Artillero #504 con 497 kg, más claro en su embestida y que aguantó entero no sólo la segunda puya sino hasta la estocada, su casta también fue aplaudida mientras se llevaban sus restos; Caporal #522 con 526 kg tuvo calidad, fue emotivo y cómo no, vendió cara la muerte; y por si no había aun bocas calladas y rendidas ante los toros del corbatín, salió el toro bravo de bandera, precioso por los cuatro costados, no olvidaremos las acometidas de Agradecido #511 con 522 kg perfectamente repartidos, fue extraordinario pero como evidentemente no era doméstico pedía le llevaran bien toreado y si hubiese ocurrido seguramente habríamos pedido el indulto, ya que no fue así el toro recibió una estruendosa ovación en el arrastre, después de ello los tendidos pidieron con fuerza el saludo de su criador en el tercio.

Prototipo del toro bravo en México

En conjunto la corrida fue interesante, por su morfología que habla del buen trabajo de genética que mantienen en la casa ganadera, pero sobre todo porque los bureles lidiados en 1º, 2º, 4º y 5º lugar, mencionados en el párrafo anterior, rompieron con el mito de que los Piedras Negras son el mismísimo Uro e imposibles de lidiarse, cosa muy diferente es que se prefiera hablar mal de ellos para justificar la falta de capacidad, que no tengan suerte al momento de sortear, o que los vicios los hayan sacado de una plaza de primera categoría.

Habrá a quienes no les convenza, a mi si, porque la bravura se refiere en general a un animal fuerte, agresivo, por lo tanto no es domesticable, por eso nos emociona el toreo, porque la razón se sobrepone a los instintos de un animal, que hay que estar loco para ser torero, en definitiva. Pero que la bravura es fundamento y lo que hace de esta fiesta un modo de vida tan apasionante es una verdad innegable.

Sólo me siento juez de mi afición, pero en este momento tengo la alevosía y doy fe de la bravura vista el domingo 19 de marzo de 2017 en la Monumental Plaza de Toros México, la platico y la agradezco porque todavía me agita la mente, porque pocas veces a uno la emoción lo desborda hasta el punto de imposibilitar que corra la tinta; yo no tengo nostalgia de tardes y triunfos que no le vi a esta ganadería, si tengo en cambio la certeza que en esta trinchera habrá siempre una ovación para la bravura, el toro íntegro y el toreo auténtico.

Marco González mantiene viva la leyenda

Como aficionados debemos aprender: la bravura se aplaude y no es sano estar de rodillas ante la mansedumbre; si bien el domingo vestimos la esperanza con el rojinegro de una ganadería madre de los toros de lidia en nuestro país, la tardes venideras tendremos que vestir siempre con la divisa de la bravura que todo lo puede pero no es tolerante ni boba, la bravura como el amor, dijera San Pablo, todo lo espera, todo lo soporta. Nunca pasa.

¡No te acabes nunca Piedras Negras!

Foto: twitter @LaPlazaMexico