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Se realizó con apenas media entrada en los tendidos la sexta y última corrida de la feria número 60 en Cañaveralejo con la sensación de haber asistido no a una corrida de postín en plaza de primera categoría, sino a un festejo cualquiera en una plaza de cuarta.
Que rápido se baja de categoría un escenario taurino como Cañaveralejo que otrora tuvo en el palco de Usìa, presidentes y asesores con el conocimiento necesario para aplicar correctamente el reglamento taurino y no caer en el horror de los desaciertos, uno tras otro, otorgando apéndices no merecidos, haciendo sonar música unas veces de manera acelerada y resistiéndose otras a hacerla sonar cuando se merece, cambiando el segundo tercio con dos pares únicamente, premiando vueltas al ruedo a toros que no lo merecen y guardándose el pañuelo azul para los que sí han cumplido cabalmente y destacado como ejemplares bravos y la última modalidad, pasar de la faena de capa al tercio de muleta y muerte sin ejecutar primero y segundo tercios. ¡Qué horror!.
Los tres toreros saliendo a hombros en medio de torrencial aguacero El moño del regalo, lo puso el pedante señor Botero Jaramillo, ordenando el indulto del quinto toro que efectivamente tuvo mucha calidad, bondad y nobleza, pero nunca para considerarlo de vacas, lo fue más el primero de la tarde. Muy seguramente el maestro Rincón prescindirá de él; y con un baremo que no se sabe de dónde lo sacó, concedió dos orejas a Sebastián Castella en el cuarto de la tarde después de una faena destemplada, colocándola a la par de un faenón que había construido López Simón en el tercero. ¡Vaya despropósito!
Pero hay más; de manera irresponsable, permitió que la corrida siguiera su curso faltando la lidia del sexto en medio de una laguna y un torrencial aguacero que no cesaba…Y aún más, echaron un toro impresentable de Achury Viejo, sin trapío y con signos de enfermedad por lo encogido en sus andares. ¿Dónde quedó la autoridad de la presidencia?
Una pena, una tristeza, una sensación de nostalgia, ver como se transgreden las normas y parámetros legales en el desarrollo de una corrida de toros, sin el más mínimo respeto por el aficionado que con esfuerzos paga un boleto costoso.
Cinco toros de Las Ventas del Espíritu Santo, bien presentados, nobles, encastados y de buen juego y uno de Achury Viejo, impresentable e invalido. Sebastián Castella: Ovación y dos orejas – Luis Bolívar: Ovación y dos orejas simbólicas por indulto y López Simón: Dos orejas y silencio.
Termina la feria de Cali con un broche negro, auspiciado por una presidencia inepta, sin autoridad, irresponsable y con desconocimiento total del reglamento taurino.
Foto: Cortesía de Diego Alaís
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