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Qué pesado que es ir a asistir a los toros en lunes,
tras tres días seguidos, y qué duro es llegar al último día de la feria que se
anunció con cierta artificialidad pero también con cierto saldo a favor,
principalmente en el renglón de las entradas. Qué pesado ver desfilar siete
torillos, seis pobremente presentados, de procedencias variadísimas y que poco
o nada tuvieron que ver con lo anunciado inicialmente. Qué pesado que quisieran
vender como el gran acontecimiento taurino de la existencia un evento que
apenas y congregó un poco más de gente que el cartel del domingo. Qué pesado es
ver tan venido a menos con reiteración a un torero que nos levantó muchas
esperanzas hace poco tiempo. Qué pesado es ver pasar el tiempo sentado en tu
localidad, teniendo la nada enfrente. Qué pesada es la resaca del toreo bueno,
de aquel que cimbra las entrañas y conmueve al corazón. Qué pesado es, en fin,
ver una encerrona pensando en otro torero... Sin afán de demeritar a nadie, qué difícil sacarlo de la cabeza
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