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Estábamos aún en el interior del inmueble, en el patio de la puerta principal, cuando vimos que por una de las rampas subía un grupo de gente con El Payo a hombros. Esa es, para quien escribe, una verdadera salida en volandas.
Nuestra fiesta es universal, pero cada pueblo tiene sus particularidades. En México, las salidas a hombros no están reglamentadas, solo hemos copiado el esquema de las dos orejas. A Octavio García El Payo le fue otorgada una oreja del sexto. Algunos pedían la segunda y, apenas íbamos abandonando los tendidos, ellos decían que el juez le había robado la segunda oreja y ‘el triunfo’.
La temporada pasada, por ahí del 7º festejo, al torero queretano le concedieron dos orejas que fueron protestadas. En un gesto de dignidad El Payo salió por su propio pie. Hoy, con solo un apéndice cortado pero, me atrevo a decir, su mejor tarde en esta plaza, fue sacado en hombros a las calles.
Sí, hoy Octavio García El Payo ha estado verdaderamente bien. En torero de la montera a los lazos de las zapatillas. Verlo como estuvo hoy, como aficionados, nos da aliento.
Algo se venía escuchando. El Payo anda muy bien. Hoy vino a México a confirmar. Que está, por fin encontrando, su interpretación, y construyendo su tauromaquia.
Al primero de la tarde le habría podido cortar otra oreja, pero no estuvo certero con la espada. Y qué importan los apéndices, cuando nos quedamos con un trasteo para recordar. Muy serio, expresivo, sobrio. No necesitó ninguna chabacanería. Todo lo hizo con una torería exquisita.
De la labor con el sexto, nos quedamos con el inicio. Los lances a la verónica y dos tandas soberbias. Luego, se desdibujó un poco. Toreando al natural descompuso un poco la figura y para no dejar ir el festejo, cayó en la tentación de los recursos para la galería. Ese será el camino de la madurez. Ser fiel a sí mismo, seguro, apostando en ello, y despreocuparse por la estadística.
Tenemos un torero, y eso, nos alegra.
*Foto: Humbert.
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