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La ficha del festejo.
En tarea colosal se está convirtiendo el rescate de la Plaza México. De tanto repetirlo, quizá dejamos de creerlo y, quién sabe si la nueva empresa de La México y los profesionales –solo por comenzar la lista-, habrían dimensionado que el estado es agonizante. No se trata de enderezar el marco con dos pinzas; es necesario corregir la plana prácticamente completa.
Entre las prioridades está, desde luego, la presentación de los encierros. Ahí vamos. En este renglón, la empresa está haciendo las cosas bastante bien. Hoy, la corrida de José Julián Llaguno ha sido digno de la categoría de nuestra plaza. Lamentable que no complementaran lo guapos con el comportamiento. Eso duele, pero bastante menos que ni siquiera haber visto la intención de cumplirle al aficionado con una corrida de toros-toros.
 El abre plaza Abrió plaza Ginés Marín, para confirmar el doctorado, con un animal bien construido y armonioso de hechuras. El inicio no hizo sonar las campanas por todo lo alto, pero sí buena esperanza. El joven jerezano se fue soltando en el recibo a la verónica, que gustó. Chicuelinas al paso para llevarlo al caballo, y plantado para el quite. El prólogo de la faena de muleta fue por estatuarios para luego intentar correr la mano. Ginés dibujó algunos naturales largos y tersos, pero no hubo más. Estuvo correcto, aseado, un tanto a su aire, sin exigirle todo al de José Julián que iba paso a pasito, con nobleza, voluntad, pero no derrochó nada. Le faltó fondo y casta. Tras esta labor fue llamado a saludar en el tercio. De la nada, se arrancó a robarse al vuelta al ruedo, que le fue protestada por todos los sectores mientas recorrió el anillo.
Caída la noche, con aquella esperanza extinta tras la decepción del comportamiento de cinco, no hubo nada; un número más. Toreo por la cara, algún gesto y abreviar.
 Algún trazo del confirmante El padrino de confirmación, Arturo Saldívar, que fue llamado a saludar en el tercio al romperse el paseíllo –y él invitaría a sus alternantes- atendía una fecha que a priori podría ser significativa. Por primera vez como primer espada en esta plaza, por ende sin el cobijo de las figuras y ante un encierro serio, triunfador de varias tardes, eran los ingredientes. La entrada no correspondía a un torero que ya cortó un rabo aquí. Entonces, tenemos una foto muy clara de la crisis, cuyos alcances trascienden al coso capitalino.
El segundo del festejo mostró codicia en los primeros lances y en el quite por tafalleras. Seguramente ello lo animó a brindar a la concurrencia. Para comenzar la faena de muleta el toro se arrancaba de largo, al tiempo que Saldívar lo toreaba de frente, por alto, a pies juntos. Tardó en hallar el sitio, aunque en el ecuador del trasteo parecía que toro y torero se podrían fusionar. Calaron un par de series, pero no. El torero apostó por exigirle al toro en las cercanías y aquello se descompuso. El de José Julián apuntaba calidad. Luego volvió a darle más distancia intentando las dosantinas; ya era tarde. Un pinchazo y media ración para intentar despacharlo. Sin embargo, el animal vendió cara su muerte. Al toro le faltó casta pero fue el de mejores condiciones de los seis. Saldívar intentó descabellar, sin embargo, la parroquia no lo dejó, pidiéndole que dejara morir con ese último halo de bravo.
El cuarto tan impecablemente presentado, como vacío. Quizá nos hubiera gustado ver al hidrocálido torearlo por la cara con guapeza. No había más qué hacer.
 Saldívar se encontró con el 2º en algún momento Juan Pablo Llaguno tuvo una tarde que debe superar ya, en todos los sentidos. Sin ideas, sin recursos, obnubilado, en fin. Hoy no fue, en absoluto, ese torero que muchas otras tardes hemos visto, nos ha conquistado y en el que hemos creído.
Por nada se le va vivo el tercero y tan vacío el quinto como él.
 Despedir esta tarde y reponerse Nos queda no claudicar. A todos. A estos toreros por ejemplo. A los aficionados. A los ganaderos. A la empresa. Previo al inicio de la temporada el ganadero y empresario Javier Sordo pedía unión y quizá hasta un poco de fe. Hasta ahora está claro que este rescate tomará tiempo y muchos recursos más. Hasta ahora, llevamos un gran paso dado: toros serios, con trapío, como lo merece la primera plaza de América. El abre plaza
*Fotos: Humbert
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