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Onceava novillada, segunda sin caballos consecutiva,
y última en esa modalidad de las tres en días seguidos que cerrarán la Temporada Chica 2016. Tarde-noche muy
agradable, pero en la que se dejó sentir con fuerza el frío hacia el final del
festejo, que además se alargó mucho. La entrada rondó los dos mil asistentes,
con una nutrida afluencia de extranjeros presentes en la ciudad para presenciar
mañana el partido de NFL. Se lidiaron seis novillos, muy bien presentados, de
la dehesa hidalguense de Las Huertas,
con su nervio y sus complicaciones, pidiendo muletas firmes, aunque no fueron
ningún dechado de bravura. Encabezaron a las cuadrillas los siguientes novilleros: Ricardo De Santiago: al tercio tras un aviso en el primero, y tras dos
en el cuarto. Isaac Fonseca: ovación tras dos avisos, y pitos tras dos avisos. Tato Loaiza: pitos tras dos avisos en su lote. Ricardo De Santiago al natural Al término del festejo, saludó en el tercio el
ganadero Rodrigo Barroso Cañedo.
Los festejos taurinos en esta plaza sufren una
especie de enfermedad: de algún modo, casi todos van de más a menos. No siempre
es fácil explicarse el por qué, pero tal parece que todo conspira para que,
pasado el tercer o el cuarto burel de la función, nos pongamos unas aburridas
tremendas. Para el caso particular de esta onceava novillada, el declive fue
completamente achacable al cartel, y es que la irrupción en la escena taurina
nacional de Ricardo De Santiago continúa
su talante esplendoroso. En contraste, sus compañeros de cartel naufragaron en
cuatro actuaciones grises y anodinas, y en alguno que otro fracaso estrepitoso.
El ganado de Las Huertas fue una
prueba formidable para los chicos, y el ganadero fue vitoreado por la afición
que se dio cita en el gran coso de Mixcoac. Ricardo de Santiago, joven potosino, no es, como otros jóvenes que
vimos en este serial, un diamante en bruto. No señores, el potosino ya es
plenamente un torero, uno en desarrollo, con un larguísimo proceso de
maduración por delante, pero ya con una planta, una seguridad, y una cabeza
frente a los toros excepcional. Tiene recursos, y los sabe colocar en un
conjunto proporcionado, adecuado, tiene personalidad y un valor a toda prueba,
improvisa sin perder la estructura. Es pues, un diamante en pleno proceso de
pulimiento. El camino será largo, como lo dejó bien claro con Chachito –n. 21, 380 kg.-, el menos de
trapío del encierro, al que no alcanzó a meter por completo en la muleta. Sin
embargo, nos dejó un sabroso agarrón en quites con Fonseca. Con las banderillas
lució como siempre lo hace, especialmente en un magnífico par en la misma cara
tras un quiebro que tiene muy hecho y que le sale muy torero. Con la muleta
hizo gala de recursos, de la pinturería, y de remates bien logrados. También
mostró oficio y torería al descabellar, a pesar de que no se maneja
particularmente bien con los aceros. Escuchó un aviso y saludó en el tercio. Otra instantánea del primer novillo Con el cuarto de la tarde vino la gran labor del
potosino esta tarde. Nombrado Regreso –n.
15, 412 kg.-, se dejó meter mano aunque se acabó más bien pronto en el último
tercio. De salida saltó al callejón muy cerca de unos cincuenta americanos, que
comenzaron a calentar el ambiente con su euforia tras ver a la res de cerca.
Con el vapor subiendo, Ricardo de Santiago aprovechó el momento para pegar unas
zapopinas un tanto sobre piernas, pero vistosas y jaleadas. Pero el punto de
inflexión llegó cuando Fonseca intentó hacer un quite, y De Santiago le propuso
hacerlo al alimón. Todo en favor del espectáculo, siempre buscando encender al
público, incluso a costa de su lucimiento personal, así fue como los chicos
pegaron dos chicuelinas dibujadas rematadas con revolera que hicieron rugir la
plaza. Bello momento de rivalidad seria, serena, sin abrazos, besitos, ni
brindis, pero tampoco con agresividad fuera de lugar. Gran momento taurino de
dos novilleros en torero.
En el segundo tercio transcurrió un poco más frío
que el del primero de su lote, pero el novillero puso la pimienta que faltaba
con un recortazo antes de clavar por los adentros en la zona del burladero de
matadores. En ebullición estaba la plaza, lista para verle correr la mano en la
primera tanda de la faena, en la que dejó dos naturales de mano tan baja como
es posible bajarla y un gran pase de pecho. Apenas en la segunda tanda, tras
ligar los pases al natural, intentó girar en el martinete muy comprometido, y
el novillo lo mandó a las alturas antes de estamparlo contra las tablas. El potosino momentos antes del percance No obstante que el fuerte porrazo lo noqueó, De
Santiago salió hecho una fiera para beneplácito de la concurrencia, incluidos
los gringuitos, que estaban
extasiados. Vino a torear por la derecha frente al burladero de la porra para
extraer los últimos trazos en redondo que se dejó pegar el de Las Huertas, y después
a dar rienda suelta a la creatividad con pinturería, vergüenza torera, y buen
gusto. Abrochó su labor con unas bernardinas de escalofrío, y una lucida serie
de pases de aliño por la cara que hicieron rugir al coso de Insurgentes.
Se tiró a matar, dejando un pinchazo. Tras herir al
toro con más eficacia, logró hacerlo doblar con un abaniqueo torerísimo,
supremo, y seguramente hubiera tocado pelo. Para no variar, el puntillero, que
tuvo una tarde pésima junto con su otro colega, levantó al novillo, y se le
vino el mundo encima al joven potosino. El saldo, otros dos avisos y el
desencanto de quienes nos quedamos con la miel en los labios. Una labor de triunfo
grande quedó en una fría salida al tercio. No importa, a matar se aprende, pero
“eso” que no se aprende en ninguna escuela ya se deja piropear en las tempranas
actuaciones de Ricardo de Santiago. Ojalá le den muchos toros a Ricardo de Santiago Isaac Fonseca se las vio con Recuerdo
–n. 23, 405 kg.-, mejor presentado que el primero, y que arrastraba una pata de
salida. El juez ordenó su devolución públicamente, pero después reculó y ordenó
que continuara la lidia. El sainete lo protagonizó Jorge Ramos en el palco. Felizmente, el novillo rompió a bueno, y
embistió con largueza y codicia. El michoacano pasó fatigas en el terreno de
los medios, en el que no pudo meter a Recuerdo
en la canasta. Ya metido en tablas, y con el animalillo más suelto, fue que
Fonseca consiguió extraer algunos derechazos y varios adornos toreros. Con el
quinto, Palomito –n. 31, 402 kg.-, novillo
débil y descastastado, alargó en exceso un trasteo en el que no hizo
absolutamente nada. Pitos tras dos avisos. Con este novillo repitieron el quite
al alimón, aunque les salió un poco más atropellado.
Isaac Fonseca, tan solo chispazos Tato Loaiza tuvo una actuación como para plantearse muy
seriamente el futuro. El tercero, Don
Checho –n. 33, 390 kg.-, sardo, calcetero, y rabicano, fue un animal
peligroso y con mucho sentido, al que lidió principalmente por el pitón menos
peligroso, el izquierdo, con mucho mérito, pero sin mucha fortuna. La gente le
apretó con severidad a pesar de las dificultades manifiestas del novillo, y su
poco rodaje natural y comprensible. Se hizo un lío con la espada escuchó pitos
tras dos avisos.
Loaiza, tarde muy dura Con el último de la función, Molujo –n. 13, 410 kg.-, quiso remendarse ante la afición echándole
mucha disposición. Tristemente, le echó cabeza de forma inversamente
proporcional a su disposición, y naufragó entre desarmes y dudas. Armó un mitin
con la espada y escuchó solo un aviso de Jorge
Ramos, que seguramente estaba ocupado en algo más importante que computar
el tiempo de la lidia.
Los chavos estuvieron tan mal con el estoque que con
todo y su benevolencia este señor les echó ¡diez avisos!, y eso que en más de
un turno les permitió matar en
extrainnings. Sí, es cierto que el primer aviso lo tiró puntualmente, y a
Fonseca con el quinto se lo mandó antes de que se tirase a matar. Pero después
se le van las cabras al monte, y espera hasta cierto número de descabellos para
sonarles el resto de los bocinazos. Considero que deberíamos perder el miedo a
los tres avisos y aceptarlos como parte de la lidia. Por el contrario, darle
más tiempo a los muchachos para que completen una carnicería frente a una
multitud enardecida en su contra, y con transmisión en vivo a todo el mundo, no
solo es un gran perjuicio contra su ánimo, sino también contra el espectáculo y
contra la fiesta. Este lunes terminarán las novilladas 2016 con tres ejemplares
de El 7 y otros tantos de Xalmonto para el sevillano Rafael Serna, el hidrocálido José María Pastor, el venezolano Jesús Enrique Colombo, y Román Martínez. ¡Suerte para todos! *Fotos: Prensa La Plaza México
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