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Primer festejo de la 26ª. Temporada de novilladas de
la Plaza de toros “Arroyo”, y apertura del certamen Descubriendo un torero. Ante unos tres cuartos de entrada, se
lidiaron cuatro novillos en concurso de ganaderías. Los utreros procedieron de
los siguientes hatos: La Guadalupana,
Huichapan, José Arroyo, y Las Huertas,
todos bien presentados y de juegos variados. El novillo triunfador del concurso
fue el herrado con el número 36 de la ganadería de Huichapan, lidiado en segundo lugar, llamado Cubanito. Encabezaron las cuadrillas los siguientes novilleros: Héctor Gabriel: ovación tras dos avisos. José María Hermosillo: ovación en el tercio. Luis Manuel Castellanos: ovación. José Sáinz: ovación tras tres avisos. Destacó en banderilla Ángel Martín González, quien saludó en el tercio tras parear al tercero de la tarde. "Cubanito" y José María Hermosillo. La fiesta taurina volvió a la Ciudad de México este
sábado en la muy taurina placita del Restaurante Arroyo. En esta misma fecha,
por fin, se iluminó el futuro del coso monumental. Por lo tanto, la capital de
la república experimentará una intensa actividad novilleril en las próximas
semanas en sus dos escenarios principales. En lo que respecta a Arroyo, el certamen Descubriendo un torero marcará la pauta
de la actividad de dicho coso, cuya novillada inicial se desarrolló de la
siguiente forma:
Abrió plaza un novillo distraído y suelto de La Guadalupana, llamado Generoso –n. 237, 408 Kg.- que tocó en
suerte al poblano Héctor Gabriel,
quien bregó con soltura y conocimiento. El negro zaino se arrancó de largo al
caballo en dos ocasiones, y recibió sendos puyazos de César Morales. El poblano quitó por chicuelinas, y el segundo
espada hizo lo propio en su turno con lances de espaldas. Durante el último
tercio, el novillo pronto se convirtió en suelto y rajado declarado, escenario
ante el que Héctor no se amedrentó. Tras una porción considerable de la faena
metiendo al novillo en la muleta por el pitón izquierdo, el poblano cosechó los
frutos de sus esfuerzos y se metió al terreno de tablas para obligar al novillo
a embestir por el pitón derecho. Todo actitud y todo disposición, extrajo
trazos templados, lucidos, y toreros, que calaron fuerte en el tendido. Falló
reiteradamente con la espada y se retiró, ovacionado, tras dos avisos. Héctor Gabriel logró sus mejores momentos pegado a tablas El segundo de la tarde, negro, bragado, y
entrepelado, marcado con el hierro de Huichapan,
se llamó Cubanito –n. 36, 390 Kg.-
cantó sus grandes cualidades desde la salida: fijo, bravo, emotivo, y
repetidor. Recibió dos puyazos, al primero acudió paso a paso antes de
detenerse prácticamente en la jurisdicción del picador y después peleó de forma
breve pero con fuerza. En la segunda entrada al caballo se arrancó con más
alegría. Sin embargo, el picador Ricardo
Morales marró, lo que desembocó en un tumbo. Con la muleta, José María Hermosillo tuvo dificultades
para entenderse con Cubanito, aunque inició su labor con una buena tanda por el
pitón derecho. El trasteo no creció, pero el hidrocálido dejó patentes sus
ganas, su disposición, y un atisbo de buenas maneras. Mató sin grandes
dificultades y saludó en el tercio. Cubanito,
por su parte, recibió una ovación atronadora mientras sus despojos eran
homenajeados con el arrastre lento.
Un gran novillo. El capitalino Luis
Manuel Castellanos se las vio con Alito
–n. 43, 412 Kg.- de la ganadería de José
Arroyo. Éste echó las manos por delante y derrotó con fuerza a gran altura
desde los primeros capotazos de recibo, y dejó en claro desde la salida que su
condición sería muy difícil. Luis Manuel estuvo firme lidiando por alto de
forma adecuada, aunque en el proceso se llevó varios golpes en la mano.
Ovación.
Castellanos, dura prueba. La gran revelación de entre los coletudos fue José Sáinz, de San Luis Potosí. José es
un chavalillo de quince años todo actitud, todo personalidad, con carisma y
descaro, dominante de la escena, y bendecido con la capacidad del toreo terso y
del trazo templado y fino. Su desparpajo y su soltura en el ruedo le permiten
hacerse de la atención del público con mucha facilidad, como ese pase rodilla
en tierra que precedió al toreo al natural. Con cuatro pases logró llevar la
expectación al máximo. La faena continuó en tono ascendente hasta una magnífica
tanda con dos cambios de mano, de los que el segundo, con la izquierda, fue de
tronío, de auténtico lujo.
José Sáinz impactó. Desafortunadamente, el cierra plaza de Las Huertas (-n. 43, 412 Kg.-) negro,
bragado, listón, calcetero, y caribello, no duró mucho más, y comenzó a sosear
y a rajarse. El sorprendente chiquillo potosino, quizás un poco engolosinado,
alargó la faena de más en el intento de seguir agradando. Sin embargo, solo
logró pasarse de faena y dificultarse el trámite de pasaportar a su novillo,
que en esta ocasión se convirtió en un auténtico trauma. Cayeron los tres
avisos y el potosino, inundado en llanto, debió salir al tercio a agradecer una
atronadora ovación en recompensa a una actuación esperanzadora.
Lo bordó al natural. *Fotografías por el autor.
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