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En tarde soleada y con intermitentes ráfagas de
viento, se celebró la corrida de feria de Santa
Clara Coatitla en la Plaza de toros portátil “La Guadalupana”. La entrada rebasó los tres cuartos de aforo. Se
lidió una corrida de toros bien presentada, pero sosa, y de escasa transmisión
del hierro de Javier Garfias, de
entre los que sobresalió el juego del sexto, y el trapío de los lidiados en
tercero y quinto lugar. Actuaron cuadrillas completas a las órdenes de los
matadores de toros: Fermín Rivera: palmas, palmas, y división de opiniones. José Mauricio: saludos en el tercio, oreja, y dos orejas. Destacada actuación de José Mauricio. El sexto toro, bautizado con el nombre Kacha – n. 52- mereció los honores de la
vuelta al ruedo.
El toro no tiene palabra de honor, ni siquiera en la
plaza de Santa Clara Coatitla, donde el toro es toro, según su conocido slogan.
Y es que el encierro de Javier Garfias,
con excepción del corrido en sexto lugar, no correspondió con su juego a la
expectación que levantó su trapío y su percha tras la publicación de sus fotos,
como es habitual año con año de cara a la celebración del festejo tradicional
de esta localidad. Así, pues, entre el afición ávida de ver otro toro venida de
muchos puntos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, y la afición
local que acudió a disfrutar de su feria, se cubrieron algo más de tres cuartos
del aforo en una tarde de cielo azul y sol esplendoroso. Fermín Rivera no solo pechó con el peor lote, sino que tampoco
pudo conectar con el público de Santa Clara, que lo respetó, pero también le
recriminó con fuerza sus yerros con los aceros. Con el primero, Viejito – n. 44-, cárdeno, listón, bragado,
y astisucio; Fermín lidió y buscó los terrenos con el oficio y la inteligencia
que lo caracterizan, metiendo al toro poco a poco en la muleta. Obtuvo como recompensa
breves momentos de lucimiento, especialmente en una tanda por el pitón derecho
hacia el final de la faena. Como sus hermanos, Viejito fue soso y sin transmisión, aunque con cierto tranquito. El
potosino mató con problemas y se despidió entre palmitas. Con el tercero, Concho
- n. 48- muy bien presentado, enmorrillado, descarado de defensas, cárdeno,
y corto de caja, Fermín porfió serio
y profesional, pero poco pudo hacer ante la cortísima embestida de un Javier Garfias con muy débil y con muy
poquito dentro. Se retiró entre palmas tras pinchazo y estocada. Prieto –n. 50-, que hizo quinto de la tarde, fue otro toro
de espectacular presentación, negro listón, bragado, y meano. Sin embargo, dada su debilidad, dejó poco más para
el recuerdo. Rivera no pudo
desplegar su tauromaquia, y además se descompuso al tratar de tirarse a matar
al bicho que se quedaba corto. El
público le apretó con fuerza, y tras varios pinchazos y dos descabellos
finalmente logro quitarse de enfrente a su enemigo para retirarse entre
división de opiniones. Expectación por el toro. Indiscutiblemente, el triunfador de la tarde fue el
capitalino José Mauricio, quien nos
recordó la variedad de su toreo, la calidad de sus formas, y lo torero de su
oficio. Además, anduvo cómodo frente al toro, con soltura y solvencia, lo que
representa una grata sorpresa en contraste con sus últimas actuaciones en la
Plaza México. El segundo toro, Chabelo
– n. 51- negro bragado y entrepelado, que remató con fuerza en tablas, embistió
con calidad a las telas en un lucido quite por navarras con las que el Mauricio
dijo fuerte y claro “aquí estoy”.
Con la muleta, la embestida de Chabelo fue templada. Sin embargo, se quedaba corto y era falto de
fuerza tal como sus hermanos, por lo que Mauricio debió dejarle la muleta en la
cara al tiempo que acortó las distancias; en consecuencia, sacó trazos cortos y
buenos, aunque ahogó un poquito el toro. El capitalino radicado en Tijuana
finalizó su labor con toreros pases de pitón a pitón alternados con pases por
alto que hicieron las delicias de la concurrencia. Así pues, tras un recurso
tan vistoso como serio y torero, vinieron un pinchazo y estocada que le
valieron salir al tercio. El cuarto, de nombre Ingeniero – n. 47- negro y axiblanco, más discreto de presencia que
sus hermanos tercero y quinto, fue un toro descastado que solo le permitió a Mauricio lucirse en un quite por
caleserinas. El resto de su labor se basó en porfiar con disposición ante la
nula cooperación del toro, mostrándose incluso un poco encimista. Mató de un gran
estoconazo de efectos fulminantes y cortó la primera oreja de la tarde. Cabe
señalar que el matador brindó la muerte de este toro a Antonio Velázquez, quien encabezó la cuadra de caballos de la Plaza
México en épocas recientes con la pericia y competencia suficiente como para
ser considerado por la nueva empresa de dicho coso para retomar sus labores.
Ojalá así sea. El gran momento de la tarde lo protagonizaron el
cierra plaza, negro listón tocado del pitón derecho de nombre Kacha – n. 52.- y José Mauricio, con la intervención de unos cuantos extras que
ofrecieron un show harto peculiar en el tendido. Pero comencemos por el
principio, un buen puyazo de César Morales
dio paso a un buen quite por gaoneras rematado con una media, que presagiaba el
buen estilo de un toro noble y colaborador. Hacia el final del segundo tercio,
por la zona del burladero de matadores, se desató una tremenda gresca entre
unas cinco o seis personas que nadie pudo parar, y que tuvo varios brotes. Una plaza con personalidad, Santa Clara. Como en una película de estética surrealista, mientras
por allá se desataba aquella escandalera, en el ruedo José Mauricio orquestaba otra conforme se iba entendiendo con Kacha, al que el segundo espada le pudo
correr la mano a placer, con gusto, con sentido de la estética y de la belleza,
pero también con torería, con entrega, con transmisión. Poco a poco la
asamblea, que ya de por sí estaba con Mauricio gracias a su desempeño con el
resto de su lote, devolvió su atención al ruedo y coreó con fuerza todos los
pasajes de una faena que nos recordó a su mejor versión.
Tras la manoletinas finales, una con achuchón
incluido, se tiró a matar y dejó un tremendo estoconazo que hizo rodar patas
para arriba a Kacha, cuyos despojos
mortales dieron la vuelta al ruedo sin orejas. Tras esta tarde triunfal, no
queda más que desear que ojalá José Mauricio encuentre, de una vez por todas,
la regularidad que le ha faltado para tomar un lugar de privilegio en la
torería nacional. *Fotografías por el autor.
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