Se sabe ya lo que se rumoreaba en pasadas semanas, que el Consejo de Estado francés, mas importante jurisdicción administrativa y órgano consultativo francés, suprimió definitivamente la decisión del 22 de abril de 2011 de la inscripción de la corrida de toros en la lista del patrimonio cultural inmaterial de Francia. El Consejo de Estado solo confirmo la sentencia del 1º de junio del 2015 del Tribunal administrativo de apelación (Cour administrative d’appel) de Paris que indicaba que esa decisión del 2011 tenía que considerarse como derogada (‘abrogée’ en francés) por el Ministerio de la Cultura galo. Esto no cambiará fundamentalmente la existencia legal de la tauromaquia a la usanza española en Francia, protegida por el Código penal. Es más una decisión simbólica sin otras consecuencias, como lo fue la inscripción del 2011, presentada sin duda con exageración por los actores de dicha inscripción, fueran pros o antis. Esa decisión del 2011 era jurídicamente contestada por 2 asociaciones animalistas francesas. Una de ellas, el CRAC (Comité radicalmente anti corrida) no había soportado la decisión del 2011 y se organizó entonces respondiendo con violentas campañas anti taurinas cerca y dentro de las plazas de toros francesas y en los tribunales como visto ahora. Ilustración del CRAC ¿Y ahora qué hacemos, señores del ONCT, UVTF, etc.? También fue uno de los fundadores del Observatorio nacional de las culturas taurinas (ONCT) con André Viard, asociación que era una de las 2 entidades taurinas (con la Unión de ciudades taurinas de Francia, UVTF) que activamente hicieron posible esa inscripción en la lista del patrimonio cultural inmaterial. Si la afición gala e internacional vio esta inscripción como una victoria histórica impensable, un milagro taurino, al poco tiempo esto creó también una importante polémica fuera del mundo taurino. Surgió entonces y muy rápidamente una división y crispación inútil de la ciudadanía francesa, indiferente al principio al mundo de los toros, muchos preguntándose como la inscripción de un espectáculo visto a menudo como violento y extraño, fuese posible en un país en el cual solo se dan toros en una franja Sur del país que va de La Brède (cerca de Burdeos) a Istres (cerca de Marsella), algo como el ¼ del territorio galo. Y como bien se sabe, más lejos está la polémica hostil a la tauromaquia y mejor se porta esta. Paradójicamente, o lógicamente, el anti taurinismo en Francia se ha, desde entonces, reforzado, ahí donde antes solo interesaba a los mismos peleles de siempre (ecologistas ‘que no se duchan’ e izquierdistas radicales), pero que ahora interesa también a otros políticos como se vio en la manifestación de anti taurinos durante la feria de Mont-de-Marsan, liderada por una antigua ministra francesa. ¿Y qué decir de la iniciativa reciente de 5 diputados de la derecha centrista de proponer una ley para prohibir los toros en Francia? ¿Y si a algún político demagógico novato en el tema pero sensible a la supuesta causa animal le da por pedir un referendo sobre la prohibición de los toros en Francia, que piensan Uds. que podría pasar ahora? ¿Quién podrá decirnos cuando esto se va a acabar ahora que los antis y sus nuevos aliados han declarado una guerra frontal contra los toros en Francia? Esperaremos con curiosidad el próximo comunicado, que no faltara, del director del ONCT, André Viard, para que nos explique que hemos ganado en 5 años de duras batallas con el propósito de esta inscripción del 2011, ahora que hemos finalmente perdido la más importante de ellas con la supresión ayer de esa inscripción por la corte suprema administrativa francesa. Sin duda falta al taurinismo francés más unidad (UVTF, empresas, FSTF, ONCT, etc…), más estrategia ahora que se reforzaron los antis, más solidaridad pero también más escucha de la afición por parte de los taurinos más influentes del mundillo galo.
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