|
Noble y de gran altura y tamaño la corrida de Pedraza de Yeltes. También muy cambiante entre tercios. Empleada en el caballo, bien de arranque, bien de pelea, mostrando cierta fijeza en las telas y colocando bien la cara. Cuando llegaban a la muleta las cosas cambiaban considerablemente. Se mantenía la nobleza, eso sí. Curro Díaz, tras observar la situación, quiso ser rápido con su segundo, no perder el tiempo, eliminar los prolegómenos y pasar directamente al toreo propiamente dicho. Fandiño también lo vio así. Pero tampoco pudo ser. La tarde fue tarde aciaga, tarde de brindis al sol, tarde para recordar que en el toreo se muere, que esto es serio. La tarde la presidió el recuerdo, emotivo y triste, de Víctor Barrio
|
|