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03/07/2016
  (Huamantla-México) Exitoso festival en lo artístico y económico, la afición realizó una gran entrada
 
Firma: Isaac Andalco
 
     
 

Ante alrededor de tres cuartos de entrada en la plaza de toros La Taurina, se lidiaron novillos de Vicencio para festival.

El rejoneador Diego Lecumberri: palmas

Federico Pizarro: una oreja

Uriel Moreno El Zapata: dos orejas

Jerónimo: una oreja

Hilda Tenorio: vuelta

El novillero Emilio Macías: palmas

Huamantla, hoy por hoy, es el municipio con más afición a los toros en el estado, el pueblo mágico se desbordo en la taquilla de la plaza para hacer una gran entrada en un festival taurino que en papel se esperaba un festejo que llenaría las pupilas de los aficionados en cuanto a torería y valor se dice, un cartel bonito, confeccionado para todos los gustos y géneros, pero que sirvió de plataforma para ver la entrega de un chaval como pocas veces se ve, un menudito torero de baja estatura, pero que esto lo ha suplido con un corazón que se le desborda del pecho y un valor espartano que dejo fríos a muchos, y nos referimos al torero de la tierra de los muéganos Emilio Macías, vaya torero ante un toro peligroso, con sentido, con malas ideas, que trasmitió a los tendidos el peligro y el olor a la muerte, enseñando que el torero se había jugado la vida, los matadores en lo suyo, en matadores, disfrutando algunos su toreo y otros demostrando poder y estando por encima de sus novillos, pero lo hecho por Emilio, es una muestra de hambre de querer vivir de esto, y una pena que los matadores al final del festejo, no hayan tenido la “amabilidad” de sacar al novillero huamantleco a recibir una ovación más que ganada por su labor en el ruedo.

Los novillos de Vicencio, de más a menos durante el festejo.

La ganadería de Vicencio envió un lote de novillos para el festival de presentación desigual, el más chico el tercero de la tarde que la postre fue el mejor en cuanto a su comportamiento, el primero fue también bueno bravo con un tranco fenomenal, lástima que no se pudo ver más por el castigo del rejón colocado en mal sitio, el segundo fue bueno por el lado derecho, el cuarto débil cayéndose y limitado para embestir y ver con claridad sus cualidades, el quinto de la tarde malo, el cierra plaza un verdadero “diablo”, malo y peligroso y lo que le sigue, certero tirando las cornadas y encontrando al torero.

Diego Lecumberri, no fue una decorosa actuación, quedo a deber el rejoneador.

Con 26 años de edad y 2 de alternativa, Diego Lecumberri no dejo huella en el ruedo huamantleco, con “Amado” el cual fue un novillo bravo, claro, con alegría al embestir, pronto y fijo, no pudo hacer nada, paso de incognito, pasadas en falso para colocar el primer rejón de castigo, el cual cuando fue colocado estuvo en mala posición dejando al novillo adolorido y limitado para continuar demostrando su calidad, con las banderillas nada del otro mundo, más pasadas en falso y las que coloco no ocasiono efecto alguno en los aficionados presentes, lo que pudimos observar fue que expone a sus caballos sin ninguna razón, tan es así que dos de sus cabalgadura prácticamente “se rajaron” para no seguir siendo golpeadas por los arriones del buen novillo de Vicencio, estocada y silencio al burladero.

Federico Pizarro, torería en el ruedo.

El torero capitalino dejo esparcido en el ruedo mucha torería, desde que salió vestido elegantemente de “Dandy”, con el capote no demostró su calidad puesto que el novillo se acalambro y hubo la necesidad de que salieran los picadores, con la muleta demostró ese arte y conocimiento de la lidia que le han dado todos estos años de matador, llevo y cuido mucho al novillo que acuso debilidad, muletazos a media altura pero con torería, el novillo no fue fácil, pero en las manos de Pizarro dejo pasajes de calidad, principalmente con la mano derecha, siempre el segundo muletazo de la serie fue el mejor, termina toreando por alto y se tira a matar dejando el pecho por delante, estoconazo que hace rodar sin puntilla al toro, una oreja bien ganada y la vuelta al ruedo con el apéndice de “pupilo” en la mano.

Uriel Moreno “El Zapata”, vacío el frasco de las esencias
Cada tarde que Uriel torea, aumenta su madurez y calidad como torero, y cuando se encuentra con un buen novillo como “Teacher”, pues demuestra eso, ser un maestro de la tauromaquia con su sello personal, aunque el novillo fue protestado a la salida por su presencia, el torero de Emiliano Zapata cambio las lanzas por cañas cuando le ligo dos afarolados y un remate torero al de Vicencio, realizo un quite por chicuelinas ante el gusto del público, pero los tendidos se desbordaron cuando tomo las banderillas, el monumental lo hace casi a ojos cerrados en perfecta sincronía, al cuarteo, par al violín “cuajado” con enormes facultades y la plaza de cabeza, con la muleta, péndulo, vitolina, desdén y salida caminando con maestría, toreo por el lado derecho con reposo, disfrutándose como torero, siempre dejando su sello personal, toreo en redondo y molinetes de rodillas,  detalles como arruzinas elegantes, bernardinas para terminar su emotiva faena, estoconazo hasta las cintas y el novillo rodo sin puntilla para recibir las dos orejas que lo llevaron a ser el triunfador del festival.

Jerónimo, no pudo demostrar esta noche la magia de su capote torero.

“Francisco” así se llamó el novillo en turno para el torero a la mexicana “Jerónimo”, que desgraciadamente fue limitado en su fuerza y no dejo mucho que verle al torero poblano, con el capote solamente tres mandiles con mucha solera, con la muleta siempre trato de darle oportunidad de mostrar al novillo que tenía calidad, principalmente por el lado izquierdo donde plasmo tres naturales soberbios, por el lado derecho consintió al novillo y le permitió tener pasajes de torería muy a la mexicana, pero simplemente no acabo de romper novillo y torero, estocada traserita pero de efectos fulminantes, para que el juez le otorgara una oreja por la petición del público que tiene como uno de sus toreros consentidos a Jerónimo.

Hilda Tenorio, la michoacana muy por encima de su novillo.

La torera michoacana Hilda Tenorio, demostró que lo bien aprendido durante su carrera como torera, tarde que temprano la saca a flote ante toros complicados, su novillo no fue una perita en dulce, “Graduado” pidió el carnet a Hilda, con el capote afarolado y veroniqueo ajustándose, siempre con la idea de agradar al público, quite por chicuelinas ajustadas y aquí es el momento que el novillo comenzó a demostrar que no era fácil y tenía un peligro “seco”, y que en cualquier momento le podía echar la mano encima a la torera, faena derechista con medias embestidas descompuestas, aguantando sin echar el pie hacia atrás, Tenorio con deseos y muy por encima de su novillo, descifro el crucigrama que no era fácil, toreo por alto, pincho varias veces pero siempre en lo alto, estocada en buen sitio, y el público la arropo pidiéndole la vuelta al ruedo que dio entre prendas y cariño.

Emilio Macías, ¡vaya raza de torero!, el triunfador de la tarde por muchos méritos.

Cuando un novillero tiene hambre de querer ser una figura, no importa cuánto dolor tenga que pasar, cuantas limitantes tenga que enfrentar, y cuantas veces no le reconozcan cuánto vale como torero, lo hecho por el joven huamantleco es digno de escribir, contar, ver y escuchar, ¡Vaya raza de torero! ¡Vaya entrega en el ruedo!, el novillo más cuajado con un par de cuernos paliabiertos que desde que salió y al ver la pequeña y delgada figura de Emilio, nos hizo pensar por donde pasaría el novillo, que más bien nos dio la idea de que era un toro ya que no se “pudo” rematar para un festejo mayor, si el novillo de su antecesora en turno había sido malo y con peligro, este fue el mismo diablo, con malas ideas, con sentido, con un gran peligro, certero al tirar las cornadas, y todo ello trasmitió a los tendidos lo que es la fiesta brava, una danza con gracia para librar la muerte, el miedo en el ruedo y los tendidos se aspiraba, el pánico y el temor a una desgracia pululaba en el ambiente, el menudito torero lo recibió con un escalofriante afarolado, donde el toro se le recargo y paso a milímetros el pitón del pecho del torero, verónicas ajustadísimas, pasándose al toro por la faja y remato en torero, quite por chicuelinas, de una en una, “fajándose” de verdad el torero, con la muleta mostro solvencia en los doblones toreros para llevarse al toro a los medios, donde ligo muletazos llenos de verdad, el olor a cloroformo se olía a metros de la lidia, en cualquier momento podía llegar la cornada, cuando intento por naturales, certero el toro lo llevo a los lomos, dándole una paliza de órdago, se levantó el huamantleco sin verse la ropa y volvió a la cara, ligo nuevamente derechazos aguantando horrores en las embestidas donde siempre el toro estaba mirándolo y apuntándole al pecho, nuevamente lo prende y lo lastima de fea manera, partiéndole la nariz y la boca, y así, sangrando nuevamente le dio la cara, y en este momento la entrega de la gente con el torero era sublime, una entrega dándole el respeto, el cariño y el corazón a quien se estaba jugando la vida en la arena, esto es la fiesta, drama, dolor, belleza y arte, al grito de ¡torero! ¡torero! ¡Torero! Y con esa misma entrega se tiro a matar, una lástima que haya pinchado y dejado posteriormente una estocada, pero lo hecho en el ruedo fue de espartano, de torero caro, bien por Emilio, una realidad hecha para ser figura.

Nota al pie…

Lo bueno.- la gran actuación del Juez de Plaza, sin otorgar premios excesivos, lo justo y con ello dándole el valor y respeto a la fiesta brava en la plaza huamantleca, la gran entrada en las gradas por la afición del pueblo mágico dejando constancia de que si se hacen bien las cosas hay esas entradas envidiadas por los empresarios en otras plazas de toros, y la buena actuación de las cuadrillas y el aspirante a banderillero  Juan Pablo Hernández.

Lo malo.- Que no haya sido reconocida por los matadores alternantes la gran actuación del novillero Emilio Macías, llena de pundonor, vergüenza, profesionalismo, valor y honestidad, puesto que cuando el público esperaba la salida del burladero del menudito torero para brindarle una ovación más que merecida, , fue opacada por una salida a hombros y otras más apresuradas para dejar el ruedo, honor a quien honor merece reza el refrán.

 
     
   
     
   
     

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